No Heredarán el Reino de Dios

Aunque muchos creyentes desean heredar el reino de Dios, la Biblia enseña que no todos los que professan ser seguidores de Cristo lo serán. Solo aquellos que hayan sido transformados por el Espíritu Santo y vivan una vida de obediencia a Dios podrán heredar la vida eterna.

Qué dice la Biblia de quiénes no heredaran el reino de Dios

La Biblia nos dice que el reino de Dios es para aquellos que son justos y santos. Los que no son justos ni santos no heredarán el reino de Dios.

«Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para salvación para todo aquel que cree; para los judíos primeramente, y también para los griegos. Porque en él la justicia de Dios se revela de fe para fe, como está escrito: El justo vivirá por fe.

Porque el wrath de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen la verdad con injusticia; porque lo que de Dios se conoce, a ellos es manifiesto, porque Dios se lo manifestó.

Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, entendiéndose por medio de las cosas hechas, su potencia eterna y divinidad; de modo que ellos son inexcusables,

porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni dieron gracias, sino se hicieron vanos en sus imaginaciones, y su necio corazón se entenebreció. Profesando ser sabios, se hicieron locos,

y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Por lo cual Dios también los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre ellos sus propios cuerpos,

porque cambiaron la verdad de Dios en mentira, y honraron y dieron culto a las criaturas antes que al Creador, bendito para siempre. Amén.

Por esta causa, Dios les entregó a pasiones vergonzosas; porque hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza;

y del mismo modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, hombres con hombres cometiendo hechos vergonzosos, y recibiendo en sí mismos la debida recompensa de su extravío.

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no convienen,

llenos de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidio, contiendas, engaños, malignidades;

murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de maldades, desobedientes a los padres,

necios, desleales, sin afecto natural, implacables, impíos,

que, habiendo conocido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen en los que las practican.»

Quién entrará en el reino de los cielos

Jesús dijo: «De cierto os digo, que no entrarán en el reino de los cielos, sino los que de la manera que el hijo del hombre vino, así vienen » (Mateo 8:11).

En esta declaración, Jesús enfatiza que la única forma de entrar al reino de los cielos es a través de Él. Jesús es el único camino (Juan 14:6). Solo Él puede darnos la vida eterna (Juan 3:16). Debido a que nuestro pecado nos separa de Dios (Isaías 59:2), necesitamos a Cristo para reconciliarnos con Dios. Solo mediante la fe en Jesús, nuestros pecados son perdonados y somos aceptados por Dios (Efesios 1:7).

Jesús es el único camino al reino de los cielos, pero eso no significa que todos los que aceptan a Jesús como Salvador automáticamente serán admitidos al reino. Lo que marca la diferencia es nuestra obediencia a Jesús. Él mismo lo dijo: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23). Jesús nos llama a seguirlo, a dejar nuestro propio camino e intereses y a seguir el ejemplo de Su vida de entrega y obediencia.

Algunos creen que el camino a la salvación es simplemente «aceptar a Jesús como Salvador». Pero eso no es lo que Jesús enseñó. Él enseñó que el camino al reino de los cielos requiere una vida de seguimiento. Por lo tanto, la única forma de entrar en el reino de los cielos es a través de Jesús, pero la única forma de seguir a Jesús es mediante el despojo de nosotros mismos, tomando nuestra cruz cada día y obedeciendo Sus mandamientos.

Qué dice la Biblia sobre el reino de Dios

La Biblia habla mucho acerca del reino de Dios. En Mateo 6:33, Jesús dice: «Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». En otras palabras, Jesús está diciendo que debemos poner al reino de Dios y su justicia por encima de todo lo demás.

El reino de Dios es un lugar de justicia, paz y alegría (Sofonías 3:14-17). Es un lugar donde Dios es el Rey y nosotros le servimos (Apocalipsis 11:15). Es un lugar en el que la gente ama a los demás, ya que Dios nos ama (1 Juan 4:8, 7-8).

En Mateo 25:31-46, Jesús habla acerca de la separación de las ovejas y las cabras en el reino de Dios. Las ovejas representan a los que han hecho la voluntad de Dios, mientras que las cabras representan a los que no han hecho la voluntad de Dios. Jesús dice que las ovejas irán a un lugar de vida eterna, mientras que las cabras irán al fuego eterno.

En Mateo 28:18, Jesús dice: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra». Esto nos muestra que Jesús tiene todo el poder en el reino de Dios. Él es el Rey, y nosotros somos sus súbditos.

En Juan 3:3, Jesús dice: «De ninguna manera puede entrar el reino de Dios si no nace de nuevo». Esto significa que debemos ser nuevas personas para entrar al reino de Dios. Debemos dejar nuestras viejas maneras de vivir y seguir a Jesús.

En Juan 14:6, Jesús dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí». Jesús es el único camino al reino de Dios. Debemos seguirle a él y dejar nuestras viejas maneras de vivir.

En Lucas 12:32, Jesús dice: «No temáis, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino». Jesús está diciendo que Dios quiere que nosotros le sigamos y entremos en su reino.

En Lucas 17:20-21, Jesús dice: «El reino de Dios no viene con advertencia. No dirán: ‘¡Miren, aquí está!’, o ‘¡Allí está!’. Porque el reino de Dios está dentro de vosotros». Jesús está diciendo que el reino de Dios está en nuestros corazones. Debemos dejar que él reine en nuestras vidas.

En Lucas 18:16-17, Jesús dice: «De cierto os digo, que todo aquel que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Jesús está diciendo que debemos ser humildes y sencillos como niños para entrar en el reino de Dios.

En Lucas 21:31, Jesús dice: «Cuando veáis estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas». Jesús está hablando del fin del mundo y del comienzo del reino de Dios.

En Lucas 22:29-30, Jesús dice: «Yo os he aparecido a vosotros para estableceros en mi reino. Así comeréis y beberéis en mi mesa en mi reino, y os sentaréis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel». Jesús está diciendo que nosotros vamos a estar con él en su reino para siempre.

En Hechos 1:3, Jesús dice: «A éstos también, después de haber padecido, me apareció vivo y les habló del reino de Dios». Jesús está diciendo que él va a regresar y establecer su reino.

En Hechos 14:22, Pablo y Bernabé dicen: «Necesitamos que vosotros enteréis de estas palabras: El reino de Dios está cerca de vosotros». Los apóstoles están diciendo que debemos buscar el reino de Dios.

En Hechos 20:25, Pablo dice: «Pero ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. Porque me ha parecido bien el Espíritu Santo ir a Jerusalén, no sabiendo lo que allí me sucederá, sino que solo he ido diciendo: ‘Es necesario que yo vaya a Jerusalén hoy, y mañana, y pasado mañana; porque es necesario que el Hijo del hombre sea entregado a los poderes de este mundo, y sea crucificado, y resucite al tercer día’ «.

Pablo está diciendo que el reino de Dios es más importante que su propia vida. Él está dispuesto a dar su vida por el reino.

En 1 Corintios 4:20, Pablo dice: «Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder». Pablo está diciendo que el reino de Dios es algo real, y no solo una idea.

En 2 Corintios 4:4, Pablo dice: «En los cuales el dios de este mundo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios». Pablo está diciendo que el diablo está tratando de impedir que la gente vea el reino de Dios.

En Gálatas 5:21, Pablo dice: «No os envanezcáis, Provocándoos unos a otros, hermanos». Pablo está diciendo que no debemos luchar entre nosotros mismos, ya que esto impide que el reino de Dios llegue a nosotros.

En Efesios 5:5, Pablo dice: «Porque este ya es el tiempo de despertar del sueño; porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando primeramente creímos». Pablo está diciendo que debemos estar despiertos y buscar el reino de Dios, ya que está muy cerca.

En Filipenses 3:20, Pablo dice: «Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo». Pablo está diciendo que tenemos una ciudadanía en el cielo, y que esperamos ansiosamente al retorno de Jesús.

En Colosenses 1:13, Pablo dice: «El ha librado nosotros de la potestad de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo». Pablo está diciendo que nosotros hemos sido liberados de las tinieblas y llevados al reino de Jesús.

En 1 Tesalonicenses 2:12, Pablo dice: «Porque de tal manera amamos a Dios, que él nos ha enviado su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por medio de él». Pablo está diciendo que Dios nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo Jesús, para que podamos vivir eternamente en el reino de Dios.

En 1 Timoteo 6:9, Pablo dice: «Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y en lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición». Pablo está diciendo que las personas que buscan la riqueza terrenal caen en la tentación y en el pecado, y que esto los llevará a la destrucción eterna.

En Tito 3:5, Pablo dice: «Nota esto: Que nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo». Pablo está diciendo que hemos sido salvados por la misericordia de Dios, y no por nuestras propias obras.

En Hebreos 11:16, Pablo dice: «Porque sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que es recompensador de los que le buscan». Pablo está diciendo que debemos creer en Dios para agradarle, y que él es fiel a aquellos que le buscan.

En Santiago 2

¿Qué dice la Biblia sobre las malas conversaciones?

La Biblia nos enseña que debemos cuidar nuestras palabras, ya que nuestras palabras pueden tener consecuencias eternas. San Pablo nos advierte que debemos «no usar palabras torpes ni groseras, sino siempre palabras apropiadas para el momento y para educar a otros en la sabiduría» (Efesios 4:29). También nos dice que debemos «hablar siempre con amabilidad y palabras edificantes, para que podamos dar respuesta a los que nos critican» (Colosenses 4:6).

La Biblia también nos muestra que las malas conversaciones pueden ser muy dañinas. En Proverbios 18:8, leemos: «Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos; se deslizan profundamente dentro del alma». Las malas conversaciones pueden herir y dañar a otros, y también pueden llevarnos a hacer cosas que de otra forma no haríamos.

En Mateo 12:36-37, Jesús nos enseña que «por nuestras palabras seremos juzgados y por nuestras palabras seremos condenados». Esto es una clara indicación de que las malas conversaciones pueden tener consecuencias eternas. No podemos permitir que nuestras palabras sean una puerta para el pecado en nuestras vidas.

En Juan 8:44, Jesús dijo: «El que es mentiroso, habla de acuerdo con el propio carácter; porque su boca está llena de maldad y de odio». Las malas conversaciones revelan nuestro verdadero carácter, y esto no es algo de lo que podamos estar orgullosos. En lugar de ello, debemos buscar la verdad y hablar de forma edificante y amable.

La Escritura enseña claramente que no todos los que profesan ser seguidores de Cristo heredarán el reino de Dios. El requisito para heredar el reino de Dios es ser un verdadero creyente en Jesucristo. Esto significa que debemos arrepentirnos de nuestros pecados y seguir a Cristo de todo corazón.

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