2 Corintios 12:9-10 dice: «Pero me ha dicho: «Te basta con mi gracia. Pues mi poder se perfecciona en la debilidad.» Así que, prefiero gloriarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose sobre mí. Por lo tanto, me complazco en mis debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y en dolores; porque cuando soy debil, entonces soy fuerte»
Aunque a veces nos sintamos debiles e inseguros, podemos estar seguros de que Dios nunca nos abandonará. Él promete estar con nosotros siempre, especialmente en nuestros momentos de debilidad. Cuando confiamos en Dios y le pedimos ayuda, nos sorprenderá lo fuertes que podemos llegar a ser.
Cuándo soy débil soy fuerte versículo
2 Corintios 12: 10 – «Por eso me complazco en mis debilidades, y en los insultos, y en las necesidades, y en las persecuciones, y en las angustias que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.»
Este versículo nos muestra que aunque a veces nos sintamos débiles y no tengamos las mismas fuerzas que antes, debemos recordar que en Cristo somos fuertes. Él nos da la fortaleza que necesitamos para superar todos los obstáculos que se nos presentan en la vida. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, podemos superarlas con la ayuda de Cristo.
Qué significa la palabra débil en la Biblia
La palabra «débil» aparece varias veces en la Biblia, con diversos significados. A veces se usa para referirse a la falta de fuerza física, como en 1 Corintios 4:10, donde Pablo dice: «Nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes. Vosotros sois honorable, pero nosotros somos despreciables». En otras ocasiones, la palabra se usa para referirse a la falta de fe, como en Mateo 8:26, donde Jesús le dice a Pedro: «¿Por qué te has vuelto tan débil?».
La palabra también puede usarse para referirse a la falta de sabiduría, como en 1 Corintios 1:25, donde Pablo dice: «Porque las cosas locas de Dios son más sabias que las hombres, y las cosas débiles de Dios son más fuertes que los hombres».
En general, la palabra «débil» se usa para referirse a algo que es inferior en algún aspecto. Esto puede ser una falta de fuerza física, fe, sabiduría, o cualquier otra cosa. Sin embargo, la Biblia también enseña que Dios puede usar a las personas débiles para cumplir Sus propósitos. En 1 Corintios 1:27-29 Pablo dice: «Pero Dios ha escogido a los necios del mundo para avergonzar a los sabios, y ha escogido a los débiles del mundo para avergonzar a los fuertes. Y a los sin linaje, los ha escogido Dios para que no haya linaje; y a los que no son nada, para que no haya nada; y a los que son despreciables, para que no haya nada; para que nadie se jacte en su presencia».
En resumen, la palabra «débil» puede referirse a la falta de cualquier cosa, pero también puede referirse a las personas que Dios ha escogido para cumplir Sus propósitos. Estas personas pueden ser débiles físicamente, intelectualmente, o espiritualmente, pero Dios puede usarlas de todas formas para Su gloria.
Cuándo se acaban mis fuerzas comienzan las de Dios versículo
«Así que, no desmayen; porque sus obras son conocidas en los cielos». Eclesiastés 9:10
Nuestras fuerzas pueden fallar, pero Dios siempre estará ahí para darnos su ayuda. Él es nuestro gran refugio y nuestra fuerza, un presente ayuda en tiempos de angustia. Podemos descansar en su promesa de que nunca nos dejará ni nos abandonará.
¿Cómo sacar fuerzas de debilidad?
«Ya que tenemos estos promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contaminan el cuerpo y el espíritu, completando nuestra santificación en el temor de Dios.
Reciban con humildad la palabra que ha sido plantada en ustedes, la cual puede salvarlos.
Pero no la reciban como palabra humana, sino, como es en realidad, la palabra de Dios, la cual actúa eficazmente en los que creen.
Porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
ni todos los que son descendientes de Abraham son verdaderos hijos suyos; sino que “por Isaac te será llamada descendencia”.
Esto es, los que son hijos según la promesa, éstos son los que son considerados como descendientes.
Porque la promesa dice: “Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo”.
Y no sólo esto, sino que también Rebeca concibió de un solo hombre, Isaac nuestro padre,
a los gemelos Esaú y Jacob, aunque antes de que nacieran ni habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que la elección fuese de parte de Dios y no de partes,
como dice: “El que quiere, que haga lo que es justo, y el que quiere, que haga lo que es malo”.
Así, entonces, se dice: “Que el Esaú venga a ser alborotador, y Jacob sea el hombre tranquilo”.
¿Qué diremos, pues? ¿Hay injusticia en parte de Dios? ¡De ninguna manera!
Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca”.
Así, entonces, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios misericordioso.
Porque la Escritura dice al que de Dios dice: “Ve, y no peques más, y en este lugar me temerás”,
y dice al otro: “Apártate de la iniquidad, y practicarás la justicia. No te acerques a este lugar, porque no he perdonado tu iniquidad”.
Y a aquél dice: “Ve y comprarás con el precio de tu pecado un campo, y plantarás viñas en campo tan adquirido por el precio de tu iniquidad”.
Así, entonces, a uno lo hace caer en su iniquidad, para que las obras de justicia sean manifestadas en él;
y al otro lo hace caer en su justicia, para que las obras de iniquidad sean manifestadas en él.
Pero, ¿qué diremos? ¿Que Dios es injusto? ¡De ninguna manera!
Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca”.
Luego, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios misericordioso.
Porque la Escritura dice al que de Dios dice: “Ve, y no peques más, y en este lugar me temerás”,
y dice al otro: “Apártate de la iniquidad, y practicarás la justicia. No te acerques a este lugar, porque no he perdonado tu iniquidad”.
Y a aquél dice: “Ve y comprarás con el precio de tu pecado un campo, y plantarás viñas en campo tan adquirido por el precio de tu iniquidad”.
Así, entonces, a uno lo hace caer en su iniquidad, para que las obras de justicia sean manifestadas en él;
y al otro lo hace caer en su justicia, para que las obras de iniquidad sean manifestadas en él.
¿Qué, pues, diremos? ¿Que Dios es injusto? ¡De ninguna manera!
Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca”.
Luego, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios misericordioso.
¿Qué, pues? ¿La palabra de Dios ha fallado? ¡De ninguna manera! Porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
ni todos los que son descendientes de Abraham son verdaderos hijos suyos; sino que “por Isaac te será llamada descendencia”.
Esto es, los que son hijos según la promesa, éstos son los que son considerados como descendientes.
Porque la promesa dice: “Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo”.
Y no sólo esto, sino que también Rebeca concibió de un solo hombre, Isaac nuestro padre,
a los gemelos Esaú y Jacob, aunque antes de que nacieran ni habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que la elección fuese de parte de Dios y no de partes,
como dice: “El que quiere, que haga lo que es justo, y el que quiere, que haga lo que es malo”.
Así, entonces, se dice: “Que el Esaú venga a ser alborotador, y Jacob sea el hombre tranquilo”.
¿Qué diremos, pues? ¿Hay injusticia en parte de Dios? ¡De ninguna manera!
Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca”.
Así, entonces, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios misericordioso.
Porque la Escritura dice al que de Dios dice: “Ve, y no peques más, y en este lugar me temerás”,
y dice al otro: “Apártate de la iniquidad, y practicarás la justicia. No te acerques a este lugar, porque no he perdonado tu iniquidad”.
Y a aquél dice: “Ve y comprarás con el precio de tu pecado un campo, y plantarás viñas en campo tan adquirido por el precio de tu iniquidad”.
Así, entonces, a uno lo hace caer en su iniquidad, para que las obras de justicia sean manifestadas en él;
y al otro lo hace caer en su justicia, para que las obras de iniquidad sean manifestadas en él.
¿Qué, pues, diremos? ¿Que Dios es injusto? ¡De ninguna manera!
Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca”.
Luego, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios misericordioso.
Porque la Escritura dice al que de Dios dice: “Ve, y no peques más, y en este lugar me temerás”,
y dice al otro: “Apártate de la iniquidad, y practicarás la justicia. No te acerques a este lugar, porque no he perdonado tu iniquidad”.
Y a aquél dice: “Ve y comprarás con el precio de tu pecado un campo, y plantarás viñas en campo tan adquirido por el precio de tu iniquidad”.
Así, entonces, a uno lo hace caer en su iniquidad, para que las obras de justicia sean manifestadas en él;
y al otro lo hace caer en su justicia, para que las obras de iniquidad sean manifestadas en él.
¿Qué, pues, diremos? ¿Que Dios es injusto? ¡De ninguna manera!
Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca”.
Luego, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios misericordioso.
Porque la Escritura dice al que de Dios dice: “Ve, y no peques más, y en este lugar me temerás”,
y dice al otro: “Apártate de la iniquidad, y practicarás la justicia. No te acerques a este lugar, por
Esta es una declaración de Pablo en 2 Corintios 12:10. Él había estado pidiendo a Dios que le quitara una «debilidad» que tenía, pero Dios le respondió diciéndole que su «debilidad» le había dado fuerza. Pablo entendió que Dios le había dado esta «debilidad» para que él dependiera de Dios y no de sí mismo. Así, cuando somos débiles, dependiendo de Dios para nuestra fuerza, en realidad somos fuertes.