El salmo 90 dice: «Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Antes de que nacieran los montes y la tierra y el mundo, desde siempre y para siempre, tú eres Dios. Tú hiciste el mundo; tú lo sostienes, y él no permanecerá para siempre. Señor, tú te inclinas hacia el cielo y miras hacia la tierra. Los montes se derriten como cera a tu presencia, como agua que corre hacia el valle. A tu reprensión, el agua se seca y los montes se derriten. Como el pasto, se marchitan y se secan, cuando el viento del este los azota. Pero nosotros somos como el pájaro que se marcha de su nido; nuestros días son como una sombra que se alarga, y sólo nos queda un suspiro, porque nuestra vida se acaba como un soplo. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No nos castigará conforme a nuestras maldades, ni nos retribuirá conforme a nuestros pecados. Porque el cielo es el lugar de su trono, y la tierra es el escabel de sus pies. El Señor cuida al pueblo y muestra su amor a los humildes; salva a los necesitados y los libra de los malvados. El Señor es nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestro escudo. No temamos a los enemigos que nos rodean; no importa cuán grandes sean, podrán contra nosotros. Con nuestro ejército de ángeles, podemos derrotarlos. El Señor es nuestro líder, y no tendremos miedo. El Señor es nuestro Salvador; él nos librará de nuestros enemigos. El salmo 91 dice: «El que habita en el abrigo del Altísimo, y mora a la sombra del Todopoderoso, dice al Señor: Mi refugio y mi fortaleza, mi Dios, en quien confiaré. Porque él te librará del lazo del cazador, y de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; su fidelidad te será un escudo y coraza. No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la mortalidad que destruye en medio del día. Aunque caigan a tu lado mil, y diez mil a tu derecha, a ti no te llegará. Con tus propios ojos lo verás; verás la recompensa de los malvados. Porque tú, Señor, eres mi refugio; el Altísimo es tu fortaleza. No te sucederá ningún mal, ni plaga alguna se acercará a tu tienda. Porque a sus ángeles mandará acerca de ti, que te protejan en todos tus caminos. En sus manos te sostendrán, para que tu pie no tropiece en ninguna piedra. Sobre el león y el víbora pisarás; hollarás al lobo y al cordero. Porque él es mi Salvador, y mi Dios, mi fuerza, en quien confiaré; él me librará. Tú me protegerás de las redes de los cazadores, y de las pestes mortales. Con tus plumas me cubrirás, y debajo de tus alas estaré seguro; tu fidelidad me será un escudo y coraza. No temeré el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la mortalidad que destruye en medio del día. Aunque caigan a mi lado mil, y diez mil a mi derecha, a mí no me llegará. Con mis propios ojos lo veré; veré la recompensa de los malvados. Porque tú, Señor, eres mi refugio; el Altísimo es tu fortaleza. No te sucederá ningún mal, ni plaga alguna se acercará a tu tienda. Porque a sus ángeles mandará acerca de ti, que te protejan en todos tus caminos. En sus manos te sostendrán, para que tu pie no tropiece en ninguna piedra. Sobre el león y el víbora pisarás; hollarás al lobo y al cordero. Porque él es mi Salvador, y mi Dios, mi fuerza, en quien confiaré; él me librará.»
Qué dice el Salmo 91 en la Biblia
El Salmo 91 es un canto de protección y esperanza. En él, el autor pide a Dios que lo proteja de los peligros de la vida, y expresa su confianza en que Dios lo librará de todo mal. El salmo también menciona el poder de Dios para proteger a los que confían en él, y promete que los que lo sirven fielmente serán recompensados.
Quién escribio el Salmo 90 y 91
Moses, siendo anciano, y sabiendo que estaba próximo a su muerte, entregó a los israelitas este cántico y este salmo. En él, expresa su confianza en que el Señor los protegerá y cuidará siempre, y que su amor durará para siempre. También les pide que recuerden su fidelidad y misericordia, y que alaben al Señor por todas las bendiciones que les ha dado.
Qué quiere decir el Salmo 90
El Salmo 90 es un canto de alabanza a Dios por su fidelidad, protección y amor. El salmista invoca a Dios como «Roca» y «Fortaleza», y declara que Dios es «inmutable» y «eterno». El salmo también reconoce la fragilidad de la humanidad, y llama a los seres humanos a orar para que Dios les dé «sabiduría» y «entendimiento». En el final, el salmista declara que los que confían en Dios pueden «dormir en paz», ya que Dios los protegerá.
¿Qué dice el salmo 90 de la biblia catolica?
El salmo 90 habla de la eternidad de Dios y de la brevedad de la vida humana. En este salmo, se pide a Dios que nos muestre su misericordia, ya que nuestra vida es muy breve y pasajera. También se le pide a Dios que nos ayude a superar nuestras dificultades, ya que él es nuestro refugio y nuestra fortaleza. El salmo 90 es una invitación a todos nosotros a buscar a Dios y a confiar en él, ya que él es nuestro protector y nuestro Salvador.
«90. Dios nuestro, sálvanos, y reúnenos de entre las naciones, para que podamos alabar tu santo nombre, y dejar atrás nuestra vergüenza. 91. Gracias a tu fidelidad, somos rescatados; gracias a tu justicia, somos exaltados.»
Los salmos 90 y 91 de la Biblia Católica nos enseñan que Dios nuestro es fiel y justo, y que nos salvará y nos exaltará si nos volvemos a Él.