Desde los tiempos de Adán y Eva, la muerte ha sido un misterio para el hombre. No sabemos cuándo ni cómo vendrá, pero todos sabemos que algún día llegará para cada uno de nosotros. La Biblia nos dice que la muerte es el resultado del pecado (Génesis 2:17; 3:19). Pero Dios, en su misericordia, nos ha dado la esperanza de la vida eterna (Juan 3:16).
La Biblia también nos dice que los muertos en Cristo resucitarán primero (1 Tesalonicenses 4:16). Esto significa que los creyentes que han muerto, antes de que Cristo vuelva, serán resucitados de los muertos y reunidos con Cristo en el aire. Luego, los que estamos vivos y los que hemos sido resucitados juntos seremos transformados y llevados a la presencia de Dios para siempre (1 Tesalonicenses 4:17).
Este es un evento maravilloso que estamos esperando. Pero, ¿qué sucede mientras tanto? ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestros seres queridos que han muerto están en el cielo? La Biblia nos dice que están en el «paraíso» (Lucas 23:43). Este es un lugar de descanso y de paz, donde están a salvo de todo mal. Nosotros, los que aún estamos vivos, no podemos imaginarnos lo hermoso que será ese día.
Cuando suene la trompeta los muertos en Cristo
Según la Biblia, cuando suene la trompeta final, los muertos en Cristo resucitarán primero. Esto es lo que se llama la primera resurrección. Los que hayan resucitado recibirán cuerpos gloriosos e inmortales, y vivirán con Cristo para siempre. Los que no hayan resucitado, o los que hayan resucitado pero no hayan aceptado a Cristo, tendrán cuerpos mortales y pasarán la eternidad separados de Dios.
Que nos quiere decir 1 de Tesalonicenses 4
«Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros de qué manera debéis andar y agradar a Dios, así abundéis más y más. Sabéis cuáles fueron las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación, que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propio vaso en santidad y honor, no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno oprima ni engañe en nada a su hermano, porque el Señor es vengador de todo esto, como ya antes os hemos dicho y testificado. Porque Dios no nos ha llamado a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, quien nos ha dado su Espíritu Santo.
«Así que, hermanos, os ruego y exhorto en el Señor Jesús que como recibisteis de nosotros cómo debíais andar y agradar a Dios, así abundéis más y más en ello. Porque sabéis cuáles fueron nuestras instrucciones, pues el Señor Jesús mismo nos las dio. Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la inmundicia sexual, que cada uno de vosotros sepa controlar su propio cuerpo en santidad y honor, no con egolatría ni con pasión insaciable, como los gentiles que no conocen a Dios. Que ninguno de vosotros oprima ni engañe mediante el uso de palabras a su hermano, porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Porque Dios no nos ha llamado a la impureza sexual, sino a la santidad. Así que, el que desecha este mandato, no desecha a un hombre, sino a Dios, quien nos ha dado su Espíritu Santo.»
Qué significa Tesalonicenses
La primera carta a los Tesalonicenses fue escrita por el apóstol Pablo, probablemente en Corinto, Grecia, hacia el año 51 d.C. La carta es el primer escrito de Pablo que se conserva. En ella, Pablo les expresa a los cristianos de Tesalónica su gratitud por su fe y su amor, y los anima a perseverar en medio de las persecuciones. Pablo también aborda en esta carta algunas dudas y problemas que tenían los cristianos de Tesalónica.
En general, la carta a los Tesalonicenses es una exhortación a los cristianos a permanecer fieles a la fe en medio de las dificultades. Pablo les enseña a los creyentes que la perseverancia y la fe son necesarias para enfrentar los tiempos difíciles. Esta carta también muestra la esperanza que Pablo tenía de que los tesalonicenses se mantuvieran firmes en su fe y que, a pesar de las dificultades, seguirían siendo un ejemplo para otros creyentes.
¿Que la palabra corra y sea glorificada?
Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Galatianos 2:20
De tal manera amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16
De cierto, de cierto os digo: El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Juan 3:5
Mas si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de los muertos, serás salvo.
Romanos 10:9
Porque por gracia sois salvos mediante la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
Efesios 2:8
Porque por gracia sois salvos mediante la fe; y esto no de vosotros, es don de Dios;
Efesios 2:8
No por obras de justicia que hubiéramos hecho, nosotros nos hubiéramos dado por entendidos para conseguir su aceptación, sino por su misericordia, mediante la redención que está en Cristo Jesús.
Romanos 3:24
1 Corintios 15:20-23 dice: «Pero ahora Cristo ha resucitado de los muertos, y ha llegado a ser la primera figura de los que han de resucitar. Porque por cuanto la muerte entró en el mundo por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su propio orden: Cristo, la primera figura; luego, cuando venga Cristo, los que pertenecen a él. »
Cristo resucitó de los muertos y es la primera figura de los que han de resucitar. Todos los que pertenecen a Cristo serán vivificados en su propio orden.