En la antigua cultura judaica, ser investido en el templo significaba que una persona estaba recibiendo el mayor honor que se le podía otorgar. Esto se debía a que el templo era el lugar más sagrado de todo el judaísmo, y poder entrar era un privilegio enorme. En la Biblia, hay numerosos ejemplos de personas que fueron investigadas en el templo, incluido el mismo Jesucristo. Este acto no solo simbolizaba su estatus e importancia, sino también su relación con Dios.
Qué significa recibir la investidura
Recibir la investidura significa ser ungido para un propósito específico. En la Biblia, solo los reyes, sacerdotes y profetas recibieron la investidura, y era un acto que los separaba para el servicio de Dios. Ungir significa separar, y la unción con aceite era un símbolo de la separación de Dios. El acto de ungir a alguien para el servicio religioso o civil estaba reservado a los líderes de Israel, y solo se hacía mediante el aceite santo. La investidura era un acto que confería autoridad y poder, y era un reflejo de la voluntad de Dios.
Qué se hace en la investidura
Un proceso de consagración es necesario para ser investido de una manera oficial. Este proceso debe ser guiado por el Espíritu Santo para que la persona pueda ser usada de la manera correcta. La consagración es un acto de rendimiento voluntario de una persona a Dios, especialmente para servirlo en una capacidad especial. La investidura es el acto de entregar a alguien una responsabilidad oficial o un título. En la Biblia, vemos que Dios llama a algunos para que sirvan de una manera especial. A estas personas se les pidió que se consagrasen completamente a él y a su servicio.
Un ejemplo de esto es cuando Moisés fue llamado para liderar al pueblo de Israel fuera de Egipto. Dios le dio instrucciones específicas a Moisés sobre cómo llevar a cabo el proceso de liberación. Él también le dijo que debía consagrarse completamente a él. Esto significaba que Moisés tuvo que dejar todo lo que había conocido antes y seguir a Dios de todo corazón. Otro ejemplo es cuando Dios llamó a Samuel para que sirviera como uno de sus profetas. Samuel era muy joven en ese momento, pero Dios le dijo a su madre que lo consagrara a él. Esto significaba que ella necesitaba dejarlo ir y confiar en que Dios lo cuidaría.
En ambos casos, Dios llamó a alguien para que sirviera de una manera especial. Estas personas tuvieron que dejar sus vidas tal como eran y seguir a Dios. Para que esto sucediera, necesitaban consagración y investidura.
Cuándo puedo recibir las investiduras
Las investiduras se pueden recibir después de la confirmación. Sin embargo, para algunos, esto puede ocurrir mucho después. La Iglesia no tiene ninguna regla fija sobre el tiempo entre la confirmación y las investiduras. Mucho depende de la edad de la persona, de cuándo se sienta lista para asumir las responsabilidades de una investidura, y de las circunstancias de la vida.
¿Cuáles son los 5 convenios Qué hacemos en el templo?
En el templo, celebramos los cinco convenios con Dios:
1. El convenio de la circuncisión (Gén. 17:9-14).
2. El convenio de la alianza de los sacerdotes (Éxodo 19:5-6).
3. El convenio del maná (Éxodo 16:4-36).
4. El convenio del arca de la alianza (Josué 3:3-17).
5. El convenio del reino de Dios (1 Reyes 8:12-21).
En cada uno de estos convenios, Dios nos da una promesa y nosotros le damos una respuesta. En el convenio de la circuncisión, Dios nos promete que nos será fiel y nosotros le prometemos obedecer sus mandamientos. En el convenio de la alianza de los sacerdotes, Dios nos promete que nos guiará y nosotros le prometemos ser fieles a él. En el convenio del maná, Dios nos promete que nos sustentará y nosotros le prometemos seguir sus mandamientos. En el convenio del arca de la alianza, Dios nos promete que nos llevará a la tierra prometida y nosotros le prometemos seguir sus mandamientos. En el convenio del reino de Dios, Dios nos promete que nos establecerá como su reino y nosotros le prometemos obedecer sus mandamientos.
Ser investido en el templo significa recibir el sello de la aprobación de Dios. Es una promesa de que Dios estará con nosotros y que nos protegerá. Es una señal de que hemos sido aceptados por Dios y que formamos parte de su familia.