Desde el momento en que comenzamos nuestra batalla contra el pecado, nuestro enemigo ha estado tratando de desarmarnos. Él sabe que, si nos quedamos sin armas, estaremos indefensos contra sus ataques. Por eso, es vital que sepamos cuáles son las armas de nuestra milicia.
Por qué las armas de nuestra milicia no son carnales
2Co 10:3-4
¿Por qué las armas de nuestra milicia no son carnales?
2Co 10:3-4 nos dice que las armas de nuestra milicia no son carnales. Esto es porque el ejército de Dios no lucha de la misma manera que los ejércitos humanos. Los ejércitos humanos usan armas físicas para luchar contra sus enemigos, pero el ejército de Dios usa las armas de la oración y la predicación para derrotar a Satanás y sus seguidores.
La Biblia nos enseña que la oración es poderosa y eficaz (Santiago 5:16). Cuando oramos, estamos luchando contra el enemigo de nuestras almas. Satanás teme a la oración, porque sabe que Dios nos escucha y nos responde.
La predicación también es un arma poderosa en la batalla espiritual. Mediante la predicación, se proclama la verdad de Dios a los perdidos y se los exhorta a arrepentirse y seguir a Cristo. La predicación es la manera en que Dios atrae a las personas a sí mismo.
En resumen, las armas de nuestra milicia no son carnales, sino espirituales. Debemos orar y predicar para combatir el mal en este mundo.
Qué es nuestra milicia
Pablo escribió a los corintios: «Os ruego, pues, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que os esforceis en vuestros corazones a estar firmes en la fe y que no os mováis de la esperanza que os habéis anunciado. Ya sabéis cómo hemos vivido entre vosotros todo el tiempo que hemos estado con vosotros, desde el primer día que llegamos a Macedonia, sirviéndoos de ejemplo en todo, para que nos imitéis, y para que nosotros mismos imitemos a Cristo.»
Nuestra milicia es el ejército de Cristo, y estamos llamados a ser soldados de Cristo. Debemos estar firmes en la fe, y no dejar que nada nos aparte de la esperanza que tenemos en Cristo. Debemos vivir de tal manera que los demás nos vean como un ejemplo a seguir, y nosotros mismos seguir el ejemplo de Cristo.
La Biblia dice que nuestras armas de guerra no son carnales, sino poderosas en el espíritu para derribar fortalezas. Debemos orar, esforzarnos en nuestra fe, y resistir al enemigo firmes en la verdad. Estas son las armas que nos ayudarán a vencer.