Cual es la Promesa para Quienes Viven las Bienaventuranzas

Las Bienaventuranzas son un conjunto de dichos atribuidos a Jesús en el Sermón de la Montaña, en el Evangelio de Mateo. En este sermón, Jesús pronunció ocho dichos, cada uno de los cuales comienza con la fórmula «bienaventurado». Algunos de estos dichos se refieren a las características de las personas que viven conforme a la voluntad de Dios, y otros se refieren a las recompensas prometidas a estas personas.

Cuál es la promesa de las bienaventuranzas

Las bienaventuranzas son un conjunto de dichos atribuidos a Jesús en el Sermón de la Montaña (Mt 5-7), en el que Jesús describe la manera en que deben vivir sus seguidores. En total, hay ocho bienaventuranzas, y cada una se refiere a un aspecto de la vida de los seguidores de Jesús. La mayoría de las bienaventuranzas se enfocan en aquellos que son pobres o necesitados de alguna manera, y prometen que serán recompensados ​​en el reino de los cielos. Las bienaventuranzas también señalan a aquellos que son perseguidos por su fe, diciéndoles que son bendecidos porque son como el profeta Jesús.

En Mateo 5: 3-10, Jesús dice: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por herencia. Bienaventurados los que hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos».

Jesús también dice en Mateo 5: 11-12, «Bienaventurados ustedes cuando por mi causa los insulten y los persigan y cuando, mintiendo, digan todo clase de mal contra ustedes. Alegrémonos y llenémonos de gozo, porque grande es nuestra recompensa en los cielos».

En resumen, las bienaventuranzas se refieren a aquellos que son pobres, hambrientos, misericordiosos, perseguidos y que padecen por la justicia. Jesús promete que estas personas serán recompensadas en el reino de los cielos.

Qué expresan y prometen las bienaventuranzas

Mateo 5:3-12

En el Sermón del Monte, Jesús comienza con las Bienaventuranzas. Estas palabras son una proclamación de los felices y bendecidos en el Reino de los Cielos. Jesús llama a los suyos a la humildad, al arrepentimiento, a la pureza de corazón y a otros atributos. Él sabe que el camino a la vida eterna es estrecho y difícil, y que los que siguen sus enseñanzas tendrán que enfrentar el desprecio y la persecución. Pero Jesús les promete una vida abundante y una hermosa recompensa a los que perseveren hasta el final.

La primera bienaventuranza es para los pobres en espíritu, es decir, para aquellos que se dan cuenta de su propia debilidad y pequeñez. Jesús dice que éstos recibirán el Reino de los Cielos. El Reino de los Cielos es un lugar de paz, amor y felicidad. Es un lugar donde Dios reina sobre todos.

La segunda bienaventuranza es para los que lloran. Jesús promete que ellos serán consolados. Dios sabe lo que se siente al sufrir; Él mismo sufrió mucho en la cruz. Y cuando lloramos, Dios nos consuela de nuestras penas y dolores.

La tercera bienaventuranza es para los humildes. Jesús promete que ellos heredarán la tierra. La tierra es un regalo de Dios para todos nosotros. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir una vida plena y feliz. Y cuando nosotros dejamos de luchar por el poder y el control, podemos disfrutar de la paz y la felicidad que Dios tiene para nosotros.

La cuarta bienaventuranza es para los hambrientos y sedientos de justicia. Jesús promete que ellos serán saciados. La justicia es lo que Dios quiere que hagamos. Él nos ha dado su ley para que nos guíe en nuestras vidas. Y cuando seguimos sus leyes, Dios nos satisfará con todo lo que necesitamos.

La quinta bienaventuranza es para los misericordiosos. Jesús promete que ellos serán misericordiados. Dios es misericordioso con nosotros, aunque no lo merezcamos. Él nos perdona nuestros pecados y nos da una nueva oportunidad para vivir. Y cuando nosotros perdonamos a los demás, Dios también nos perdonará.

La sexta bienaventuranza es para los puros de corazón. Jesús promete que ellos verán a Dios. La pureza es importante para Dios. Él quiere que nuestros corazones estén libres de malicia y egoísmo. Y cuando nuestros corazones están limpios, podemos ver la gloriosa presencia de Dios.

La séptima bienaventuranza es para los pacificadores. Jesús promete que ellos serán llamados hijos de Dios. Dios es el Príncipe de Paz, y él quiere que nosotros también seamos pacíficos. Cuando vivimos en paz con Dios y con los demás, estamos viviendo como verdaderos hijos de Dios.

La octava bienaventuranza es para los perseguidos por hacer lo correcto. Jesús promete que ellos serán recompensados. El camino de la verdad y la justicia a veces es difícil. Pero Dios está de nuestra parte, y él nos recompensará por seguir su palabra.

Estas bienaventuranzas son una promesa de Jesús a sus seguidores. Él sabe que el camino a la vida eterna es difícil, pero nos promete que los que perseveren hasta el final recibirán una hermosa recompensa. Así que sigamos el ejemplo de Jesús, vivamos de acuerdo a sus enseñanzas, y confiemos en su promesa de una vida abundante y feliz.

Que nos lleva el cumplimiento de las bienaventuranzas

Jesús comenzó su sermón con las palabras: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:3). A continuación, él enumeró ocho más de estas «bienaventuranzas» que caracterizarían a los seguidores de Cristo. Las bienaventuranzas nos llaman a la santidad, aunque esto no significa que seamos perfectos. Más bien, se trata de una llamada a un estilo de vida caracterizado por el amor, la bondad, la paz, la misericordia y la justicia. Estas bienaventuranzas nos llevan a vivir en abundancia, alegría y paz, a pesar de las dificultades de la vida.

La primera bienaventuranza nos llama a ser «pobres en espíritu». En otras palabras, debemos reconocer nuestra necesidad de Dios. Debemos dejar de lado nuestro orgullo y reconocer que somos pecadores que necesitamos de la salvación que solo Cristo puede ofrecer. Al hacer esto, estamos abriendo el camino para que Dios entre en nuestras vidas y nos llene de su Espíritu Santo.

La segunda bienaventuranza nos llama a llorar por nuestros pecados. Debemos arrepentimos de nuestras faltas y buscar el perdón de Dios. Esto nos lleva a una vida de santidad, en la que nos esforzamos por seguir los mandamientos de Dios y vivir de acuerdo a su voluntad.

La tercera bienaventuranza nos llama a «ser mansos». Debemos dejar de lado nuestra arrogancia y egoísmo, y buscar humildad. Debemos reconocer que Dios es el único que merece toda la gloria, y que debemos seguir su camino, aunque esto signifique renunciar a nuestros propios planes.

La cuarta bienaventuranza nos llama a «tener hambre y sed de justicia». Debemos anhelar vivir de acuerdo a los principios de justicia y equidad. Debemos luchar por los derechos de los oprimidos, y hacer todo lo posible para poner fin a la injusticia.

La quinta bienaventuranza nos llama a «ser misericordiosos». Debemos perdonar a los que nos han ofendido, y tratar a los demás con amor y compasión. Debemos buscar la reconciliación, incluso con aquellos que parecen irredimibles.

La sexta bienaventuranza nos llama a «tener un corazón puro». Debemos purificar nuestras mentes y corazones de todo pensamiento y deseo impuro. Debemos buscar la santidad en todo lo que hacemos, y dejar que Dios nos guíe en nuestras decisiones.

La séptima bienaventuranza nos llama a «hacer la voluntad de Dios». Debemos buscar su guía y voluntad para nuestras vidas, y seguir sus mandamientos. Debemos dejar de lado nuestros propios planes y deseos, y seguir el camino que él nos ha trazado.

La octava bienaventuranza nos llama a «ser perseguidos por causa de la justicia». Debemos estar dispuestos a sufrir por defender los principios de justicia y equidad. Debemos ser valientes en nuestra lucha contra la injusticia, aunque esto signifique pagar un precio personal.

Al seguir las bienaventuranzas, nos estamos comprometiendo a seguir el camino de Jesús. Estamos llamados a vivir una vida de amor, bondad, paz, misericordia y justicia. Estas son las cualidades que caracterizan al reino de Dios, y al seguirlas, nos estamos abriendo camino para entrar en él.

¿Qué mensaje nos transmite Dios a través de las bienaventuranzas?

En el sermón de la montaña, Jesús nos enseñó a vivir de una manera diferente. Él no vino a darnos una lista de reglas que debemos seguir, sino que vino a darnos una nueva forma de vida. En este sermón, Jesús nos presenta las bienaventuranzas, que son una serie de dichos que nos invitan a vivir de una manera diferente. Estas bienaventuranzas nos muestran lo que significa seguir a Jesús y vivir como él vivió.

Jesús empieza su sermón con las palabras: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:3). Esta bienaventuranza nos invita a tener una actitud diferente hacia la vida. En lugar de buscar nuestra propia satisfacción, Jesús nos llama a buscar el reino de los cielos. Esto significa que nos enfocaremos en hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas, no en hacer lo que queramos nosotros.

Otra de las bienaventuranzas nos dice: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» (Mateo 5:4). Jesús nos invita a llorar por las cosas que nos duele, ya que Dios está cerca de los que sufren. Él promete que nos consolará si le pedimos ayuda.

Jesús nos da otra bienaventuranza: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5). Jesús nos llama a vivir de una manera diferente a como viven los demás. Nos invita a ser mansos, no orgullosos. Esto significa que debemos tener un espíritu humilde y no buscar el reconocimiento de los demás.

Jesús nos llama a ser hambrientos y sedientos de justicia: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados» (Mateo 5:6). Debemos buscar la justicia de Dios, no la nuestra. Debemos estar dispuestos a hacer lo correcto aunque no nos beneficie a nosotros mismos.

Otra de las bienaventuranzas nos dice: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mateo 5:7). Jesús nos invita a ser misericordiosos con los demás, ya que Dios es misericordioso con nosotros. Debemos tratar a los demás con amor y perdón, aunque no lo merezcan.

Jesús nos llama a ser limpios de corazón: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8). Debemos purificar nuestros corazones de todo lo malo. Debemos perdonar a los demás y dejar de lado el rencor y la amargura. Si hacemos esto, entonces podremos ver a Dios de una manera nueva.

Otra de las bienaventuranzas nos dice: «Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9). Jesús nos invita a vivir en paz, no en guerra. Debemos buscar la paz con los demás y no buscar nuestra propia justicia.

Jesús nos invita a sufrir por hacer el bien: «Bienaventurados los que sufren persecución por hacer el bien, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:10). Debemos estar dispuestos a sufrir las consecuencias de hacer lo correcto. No debemos tener miedo de hacer lo que Dios nos llama a hacer, aunque esto signifique sufrir.

Estas son algunas de las bienaventuranzas que Jesús nos enseñó en el sermón de la montaña. Cada una de estas nos invita a vivir de una manera diferente. Nos invitan a buscar el reino de los cielos, a llorar por lo que nos duele, a ser mansos, a tener hambre y sed de justicia, a ser misericordiosos, a ser limpios de corazón y a buscar la paz. Si seguimos estas bienaventuranzas, entonces estaremos siguiendo el ejemplo de Jesús y viviendo como él vivió.

La promesa es que tendrán la vida eterna.

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