En el Salmo 122, el salmista declara con gozo: «Me alegré cuando me dijeron: ‘¡Vamos a la casa del Señor!'». la esclavitud en Egipto (Éxodo 15, 1-18) a la alegría de los discípulos ante la perspectiva de volver a ver a Jesús después de su ascensión (Lucas 24, 51-53).
¿Qué tiene la adoración que produce tanto gozo? Tal vez sea la comprensión de que, al entrar en la presencia de Dios, podemos despojarnos de nuestras cargas y simplemente estar en su presencia. O tal vez sea el conocimiento de que, mientras adoramos juntos, somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos, algo que perdurará mucho después de que nos hayamos ido.
Cualquiera que sea la razón, la adoración es una ocasión gozosa, un momento en el que podemos presentarnos ante nuestro Padre Celestial y simplemente regocijarnos en su presencia. Así que vayamos a la casa del Señor con alegría en nuestros corazones, sabiendo que él siempre está esperando para darnos la bienvenida a casa.
Qué nos dice el Salmo 122
El Salmo 122 es uno de los 150 salmos que forman parte del libro de los Salmos, que es uno de los libros más importantes de la Biblia. Este salmo es un canto de alabanza a Dios, y habla de la importancia de Jerusalén como la ciudad de Dios. El salmo también nos muestra la importancia de la unidad y el amor entre los seres humanos.
Este salmo nos enseña que debemos alabar a Dios por todas las cosas buenas que él ha hecho por nosotros. Debemos también amar a nuestros hermanos y hermanas, y tratar de vivir en paz y armonía. Jerusalén es una ciudad especial para Dios, y debemos orar por ella y por su pueblo.
El Salmo 122 es una hermosa oración que nos enseña a amar y a alabar a Dios. Nos invita a vivir en unión y en paz, y nos muestra la importancia de Jerusalén como la ciudad de Dios.
Qué dice el Salmo 123
El Salmo 123 es un canto de alabanza y gratitud a Dios. En este salmo, se reconoce la bondad de Dios y su fidelidad a su pueblo. El salmista llama a todos los habitantes de la tierra a alabar a Dios, porque él es bueno y merece toda nuestra adoración. Este salmo nos enseña a dar gracias a Dios en todo momento, independientemente de las circunstancias en las que nos encontremos. Debemos reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y que él es el único que merece nuestra adoración.
Qué alegría cuando me dijeron Salmo Biblia
En aquellos días, cuando aún no había rey en Israel, un levita que vivía como forastero en el lado oriental del río Jordán, tomó por mujer a una de las hijas de su anfitrión.
Después de algún tiempo, el levita tuvo que regresar a su tierra natal. Entonces él y su mujer se pusieron en camino, llevando consigo a sus dos hijos.
Al llegar al Jordán, el levita puso a su mujer y a sus hijos en una de las barcas que allí estaban. Luego, él mismo cruzó el río para ir a buscar algo que había olvidado.
Mientras tanto, la barca se alejó de la orilla y se dirigió río abajo. De pronto, el levita vio que la barca se estaba acercando a una roca. Él gritó a su mujer: «¡Mujer, cuidado! ¡Estás a punto de chocar contra una roca!»
Pero la mujer no le hizo caso. Entonces el levita gritó de nuevo: «¡Mujer, cuidado! ¡Estás a punto de chocar contra una roca!»
Pero la mujer no le hizo caso. Y en ese momento, la barca chocó contra la roca y se hundió. El levita no pudo hacer nada para evitarlo. Cuando la barca se hundió, la mujer y sus hijos se ahogaron.
El levita regresó a la orilla y no vio más a su mujer ni a sus hijos. Entonces él rompió su vestido y se echó a llorar amargamente.
Al verlo, los hombres de esa región le dijeron: «¿Por qué lloras así? ¿No ves que la barca se ha hundido y que tu mujer y tus hijos se han ahogado?»
Pero el levita no les hizo caso. Se levantó y cruzó el río para seguir su camino.
Cuando llegó a la ciudad de Jericó, los ancianos de esa ciudad le dijeron: «¿Por qué vienes solo? ¿No ves que la barca se ha hundido y que tu mujer y tus hijos se han ahogado?»
Pero el levita no les hizo caso. Se levantó y cruzó el río para seguir su camino.
Cuando llegó a la ciudad de Belén, los ancianos de esa ciudad le dijeron: «¿Por qué vienes solo? ¿No ves que la barca se ha hundido y que tu mujer y tus hijos se han ahogado?»
Pero el levita no les hizo caso. Se levantó y cruzó el río para seguir su camino.
Cuando llegó a la ciudad de Hebrón, los ancianos de esa ciudad le dijeron: «¿Por qué vienes solo? ¿No ves que la barca se ha hundido y que tu mujer y tus hijos se han ahogado?»
Pero el levita no les hizo caso. Se levantó y cruzó el río para seguir su camino.
¿Donde dice Yo me alegré con los que me decian a la casa de Jehová iremos?
¿Dónde dice «yo me alegré con los que me dijeron: a la casa de Jehová iremos?» (Salmos 122:1)
Esta pregunta surge a menudo entre los cristianos, y es una buena pregunta. La Biblia no dice explicitamente en ningún lugar que debemos ir a la casa de Dios para adorar, pero hay muchas implicaciones de que debemos hacerlo.
El salmo 122 es un salmo de alabanza a la ciudad de Jerusalén. El salmista dice que se alegró cuando le dijeron que iría a la ciudad de Jehová, y que su corazón y su alma se regocijaban (versículos 1-2).
La razón por la que se alegraba tanto es porque la ciudad de Jerusalén era donde se encontraba el templo de Jehová. El templo era el lugar donde la gente podía ir para adorar a Dios y buscar su guía y ayuda.
Así, aunque la Biblia no dice explícitamente que debemos ir a la casa de Dios para adorar, el salmista nos da una clara indicación de que es algo que deberíamos alegrarnos de hacer.
La alegría que experimentamos cuando somos elogiados por nuestros seres queridos es una buena señal de que estamos en buena relación con ellos. Dios nos dice que debemos alegrarnos cuando nos elogian, ya que es una forma de mostrar el amor y el respeto que le tenemos.