Desde el principio, Dios ha estado creando. En Génesis, vemos que «en el principio creó Dios los cielos y la tierra». A lo largo de la Biblia, vemos muchos ejemplos de cómo Dios sigue creando. En Éxodo, Dios liberó a su pueblo de Egipto; en Salmos, Dios es el Creador de todas las cosas. En Mateo, vemos que Jesús dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas».
En este versículo, Jesús está hablando de su poder para crear. Pero este versículo también nos habla de la nueva creación que Dios está haciendo a través de Jesús. En 2 Corintios 5:17, Pablo nos dice que «si alguno está en Cristo, nueva criatura es». Esto significa que, cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, Dios nos hace una nueva creación. Él nos cambia de dentro hacia fuera.
En Juan 3:16, Jesús dijo: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». Dios nos ama tanto que nos dio a su Hijo para que podamos tener vida eterna. Y esta vida eterna es posible porque Dios está haciendo una nueva creación.
En el libro de Apocalipsis, vemos una descripción de la nueva creación que Dios está haciendo. En el capítulo 21, leemos: «Vi también un cielo nuevo y una tierra nueva, porque los primeros cielos y la primera tierra habían pasado away, y el mar ya no existía». En esta nueva creación, Dios está haciendo todas las cosas nuevas.
En el libro de Mateo, vemos que Jesús dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Esto significa que Jesús tiene el poder de hacer una nueva creación. Él es el Creador de todas las cosas. Y en esta nueva creación, todas las cosas serán perfectas.
Donde dice en la Biblia yo hago nuevas todas las cosas
«Porque yo sé los planes que tengo para ti —declara el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darte un futuro y una esperanza. Entonces, llamarás y vendrás, y orarás, y yo te escucharé. Buscarás y me encontrarás, porque me buscarás de todo corazón. Yo permitiré que me encuentres —declara el SEÑOR— y restauraré tu lugar como lugar de habitación, como Israel lo hizo en el pasado. Sí —declara el SEÑOR—, buscarás y me encontrarás».
Así dice el SEÑOR: «Cuando llegue el momento, yo haré que David sea una verdadera lámpara para mi pueblo Israel. Su reinado será una fuente de luz y de salvación, así como lo fue en tiempos pasados. Yo salvaré a mi pueblo de todos sus pecados. Yo haré nuevas todas las cosas, y todo será diferente. Así se cumplirá lo que dijo el profeta:
“La tierra se llenará del conocimiento de la gloria del SEÑOR, así como el agua cubre el mar”*.
Cuando eso suceda, todos los descendientes de Jacob, y todos los que se convirtieron al SEÑOR, serán llenos de esperanza. Yo —declara el SEÑOR— hago nuevas todas las cosas. El tiempo se acerca —declara el SEÑOR—. Yo cumpliré mi promesa».
Qué dice Isaías 43 19
«¿Acaso no soy yo, Jehovah, el que los hizo? ¿No es mi mano la que los ha hecho? ¿De modo que pertenecerán a nadie más?
Jehovah, Dios de Israel, tu Salvador, te ha dado instrucción, y te ha hecho libertad.
Te ha puesto libre de la mano de aquellos que te afligían, y te ha dicho: «¡Tú eres mi siervo, Israel, en quien me glorificaré!»
Pero cuando te dijiste: «No sirvo», y cuando te negaste a caminar por mi camino, cuando te pusiste mi pacto por la boca en desprecio,
dijiste: «No quiero conocerlo.» Tú, en cambio, te has fatigado con gran fatiga.
No harás más ningún sacrificio, ni ofrenda de cereales; tu odio hacia mí abominación, y yo no te aceptaré.
Desde hace mucho me has olvidado, has descuidado mi pacto.
Pues yo, en mi parte, te he perdonado, y no te daré por culpa de tu gran rebelión.
¿Acaso no recuerdas los días de tu juventud, cuando hacías lo malo a mis ojos, y no te sentías culpable?
Yo te guiaba por todo el camino que debías seguir; te puse en mis senderos.
Pero ustedes dijeron: «No quiero andar por ellos.» ¡Será usted avergonzado a causa de usted mismo, y no será aceptado!
Yo me cansé de salvarte; de tu mano te libraré.
Yo, Jehovah, el Santo de Israel, soy tu Salvador; te he dado por precio de tu libertad a Egipto, a Cus, y a Sabá.
Porque eres precioso a mis ojos, eres digno de estima, y yo te amo. Andaré en tu nombre porque eres mi siervo, y no te daré por culpa de tu gran rebelión.»
Que se haga el último de todos y el de todos
Jesús les dijo: «En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres, o hijos, por el reino de Dios,
que no reciba mucho más en este tiempo, y en el mundo venidero la vida eterna». Lucas 18:29-30.
Jesús siempre puso a los niños como ejemplo de fe. Él mismo dijo: «De cierto les digo: Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18:3). También dijo que debemos ser humildes como ellos: «Y al que quiera llevar su cruz y seguirme, le digo que renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Lucas 9:23).
La humildad es una virtud que se debe cultivar, y especialmente en el reino de los cielos. En este mundo, la gente tiende a buscar la grandeza, el poder y el reconocimiento. Pero Jesús enseñó que eso no es lo que importa. Lo que importa es servir a los demás, especialmente a los más necesitados.
Jesús mismo fue el ejemplo de esto. Él no vino a este mundo para ser servido, sino para servir. Él mismo dijo: «Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28). Y así, Jesús nos enseñó que debemos seguir su ejemplo y buscar siempre servir a los demás.
Esto es especialmente importante en el reino de los cielos, donde todos debemos buscar ser los últimos y servir a los demás. Jesús mismo dijo: «Y el reino de los cielos es como un amo que salió de madrugada a contratar obreros para su viña. Se puso de acuerdo con los obreros en un denario al día, y los envió a su viña.
«Salió otra vez a las tres de la tarde, y vio a otros que estaban allí sin hacer nada, y les dijo: “¿Por qué están aquí todo el día sin hacer nada?”.
«Le respondieron: “Es que nadie nos ha contratado”.
«Les dijo: “¡Pues vayan ustedes también a mi viña, y les pagaré lo que sea justo!”.
«Así que, los últimos fueron los primeros, y los primeros, los últimos; porque muchos son llamados, pero pocos escogidos» (Mateo 20:1-16).
Como vemos, en el reino de los cielos la gente no será recompensada por su grandeza o por lo que ha logrado, sino por su humildad y disposición a servir. Así que, ¿qué podemos hacer para cultivar estas virtudes?
Podemos empezar buscando siempre servir a los demás, especialmente a los más necesitados. Debemos buscar ser humildes y no buscar la grandeza. Y sobre todo, debemos orar, para que Dios nos ayude a seguir el ejemplo de Jesús y a servir a los demás como él lo hizo.
Dios nos ama y quiere que seamos libres de todo mal. Él hace todas las cosas nuevas, y nos llama a seguirlo en una vida de amor y perdón.