Quien Fue Jeremias según la Biblia Reina Valera

Jeremías era un profeta bíblico que vivió en el siglo VII a. C. y que fue llamado por Dios a anunciar el juicio de Dios contra Israel y Judá. Según la Biblia, Jeremías fue arrestado y llevado al exilio en Babilonia, donde murió.

Quién era Jeremías y cuál era su misión

Jeremías era uno de los profetas mayores del Antiguo Testamento. Su nombre significa «Yahweh exalta». Jeremías vivió durante el reinado de los reyes Josías, Joacim, Jehoiakim, Sedequías y Zedekías de Judá. Era de la ciudad de Anatot, a unos diez kilómetros al norte de Jerusalén. Jeremías sirvió a Yahweh como profeta durante un período de veinticinco años, desde la época de Josías hasta después del destierro de Judá en Babilonia. Jeremías fue llamado por Yahweh para ser profeta cuando tenía veinticinco años de edad (Jeremías 1:4-10).

La misión de Jeremías era anunciar el juicio de Yahweh sobre Judá y Jerusalén a causa de su rebelión y idolatría. Jeremías también fue llamado para anunciar el mensaje de esperanza de Yahweh para el futuro redentor de su pueblo. A pesar de ser llamado por Yahweh y de ser fiel a su mensaje, Jeremías fue maltratado y perseguido. Jeremías fue apresado y metido en la cisterna de Malaquías. Jeremías también fue apedreado y puesto en el horno de Hornos. Aunque era fiel a Yahweh y a su mensaje, Jeremías no vio el cumplimiento de la mayoría de sus profecías en su propia vida. Sin embargo, la Palabra de Yahweh nunca falla y todas las profecías de Jeremías se cumplieron, algunas de ellas de manera muy dramática.

Por qué Jeremías era el profeta lloron

Jeremías era un profeta llorón porque era un hombre sensible a la dureza de su mensaje. Él anunciaba el juicio de Dios sobre el pecado de Israel, y sabía que el pueblo no lo escucharía. Aún así, Jeremías proclamaba fielmente el mensaje de Dios, a pesar de las amenazas y el rechazo que recibía.

Cuál fue el mensaje que Dios le dio a Jeremías

Jeremías recibió el mensaje de Dios en el año de la muerte de Josías, hijo de Amón. Dios le dijo: «Como ves, yo soy el Señor, el Dios de todos los pueblos. No hay nadie a quien yo no pueda destruir. Sin embargo, no actuaré en contra de tu familia, como actué en el pasado contra la familia de Ahab. Pues destruí a todos sus hijos, maté a espada a todos sus varones y acabé con todos sus descendientes. Ahora, en cambio, te mostraré misericordia, y haré que tus hijos sean muchos, como la arena a la orilla del mar».

¿Qué pecado cometio Jeremías?

Jeremías fue un profeta de Israel que vivió durante el reinado de varios reyes de Judá, incluyendo a Josías, Joacim, Jehoiaquim y Sedequías. En el año 605 a.C., el rey Nabucodonosor de Babilonia invadió Jerusalén y deportó a muchos de los habitantes de la ciudad, incluyendo al rey Joacim. Jeremías fue llevado a Babilonia junto con muchos otros deportados, pero el rey Nabucodonosor le permitió quedarse en Jerusalén.

Aunque Jeremías fue deportado a Babilonia, Dios le habló y le dijo que regresara a Jerusalén para anunciarle al pueblo que la ciudad sería destruida. Jeremías les advirtió a los habitantes de Jerusalén que si no se arrepentían de sus pecados y obedecían a Dios, la ciudad sería destruida y ellos serían deportados a Babilonia. Sin embargo, el pueblo no le hizo caso a Jeremías y la ciudad fue destruida en el año 586 a.C. Jeremías fue arrestado y llevado a Babilonia junto con muchos otros deportados.

Mientras estaba en Babilonia, Jeremías fue acusado de ser un traitor porque le había hablado al rey Sedequías de Babilonia y le había aconsejado que se rindiera antes de que la ciudad fuera destruida. Jeremías fue condenado a muerte, pero antes de que pudiera ser ejecutado, el rey Nabucodonosor de Babilonia murió y el nuevo rey, Amón, le perdonó la vida. Jeremías pasó el resto de su vida en Babilonia y murió en el exilio.

Jeremías fue un profeta de Dios que vivió en tiempos de mucha apostasía en Israel. A pesar de las dificultades, Jeremías fue fiel a su misión de anunciar el juicio de Dios sobre su pueblo y llamarlos a la arrepentencia. Su vida fue un testimonio de la fidelidad de Dios a su pueblo, incluso en medio de su rebelión.

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