No te pido que los quites del mundo

En nuestra sociedad actual, es común encontrarnos con distintas opiniones, creencias y formas de vida que pueden resultar diferentes a las nuestras. Sin embargo, no te pido que los quites del mundo. En lugar de eso, te invito a abrir tu mente y aceptar la diversidad que nos rodea.

La diversidad es una característica inherente a la humanidad y enriquece nuestra sociedad de múltiples maneras. Al aceptar y respetar a aquellos que piensan y actúan de manera distinta a nosotros, estamos fomentando un ambiente de tolerancia y comprensión mutua.

Es importante recordar que cada persona tiene derecho a expresar sus ideas y vivir de acuerdo a sus propias creencias. No debemos imponer nuestras opiniones ni tratar de cambiar a los demás. En su lugar, podemos aprender de las experiencias y conocimientos de los demás, lo que nos permite crecer como individuos y como sociedad.

No se trata de estar de acuerdo con todo o de renunciar a nuestras propias convicciones. Se trata de reconocer que la diversidad nos enriquece y nos permite ver el mundo desde diferentes perspectivas. Al aceptar a los demás tal y como son, estamos construyendo un mundo más inclusivo y respetuoso.

Así que la próxima vez que te encuentres con alguien que piensa distinto a ti, recuerda que no te pido que los quites del mundo. En cambio, te animo a escuchar y aprender de ellos, creando un ambiente en el que todos podamos coexistir en armonía.

Juan 17:15 revela el deseo de Jesús para sus seguidores

En el evangelio de Juan, específicamente en el capítulo 17, encontramos una oración de Jesús dirigida a Dios Padre en la que revela su deseo para aquellos que le siguen. En el versículo 15, Jesús dice: «No te pido que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.»

Este pasaje es de gran importancia para entender la relación entre los seguidores de Jesús y el mundo en el contexto religioso. Jesús reconoce la existencia del mal en el mundo, pero no pide que sus seguidores sean separados o aislados de él. En cambio, su deseo es que sean protegidos y guardados del mal mientras viven y se relacionan con el mundo.

En este versículo, podemos observar la compasión y el amor de Jesús hacia sus seguidores. Él comprende que vivir en un mundo lleno de maldad puede ser difícil y peligroso, por lo que intercede ante Dios Padre para que les brinde protección y fortaleza. Jesús no quiere que sus seguidores sean eliminados del mundo, sino que sean luz y sal en medio de la oscuridad y el deterioro moral.

Es importante destacar que Jesús no está hablando de una separación física del mundo, sino de una separación espiritual. Sus seguidores deben mantener una actitud y un estilo de vida que reflejen los valores y principios del Reino de Dios, y no dejarse corromper por las influencias negativas del mundo.

Jesús reconoce que vivir en el mundo implica enfrentarse a diversas pruebas y tentaciones. Sin embargo, confía en la protección divina y en la fortaleza espiritual de sus seguidores para resistir y superar las adversidades. Él les anima a confiar en Dios y a permanecer firmes en su fe, sabiendo que no están solos en su lucha contra el mal.

Juan 17:21-22 revela unidad y gloria entre nosotros

En el pasaje de Juan 17:21-22, Jesús está orando a Dios Padre y expresa su deseo de unidad entre sus seguidores. Él dice: «Para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.»

Desde un punto de vista religioso, este pasaje revela la importancia de la unidad entre los creyentes y la gloria que se puede manifestar a través de ella. La unidad es un aspecto fundamental en la vida cristiana, ya que Jesús mismo lo destacó en su oración.

La unidad a la que se refiere Jesús no se limita solo a la unidad superficial o externa, sino a una unidad profunda y espiritual. Él desea que sus seguidores sean uno en la misma forma en que él y el Padre son uno. Esta unidad se basa en la relación íntima y cercana que Jesús tiene con Dios Padre, y se extiende a todos los creyentes.

La unidad entre los seguidores de Jesús es esencial para que el mundo pueda ver y creer en la obra de Dios. Cuando los cristianos se unen en amor y armonía, reflejan la naturaleza divina y testimonian el poder transformador de Dios. Esto atrae la atención del mundo y puede llevar a otros a creer en Jesús como el enviado de Dios.

Además de la unidad, Jesús también menciona la gloria que les ha dado a sus seguidores. Esta gloria se refiere a la presencia y el poder de Dios manifestados en la vida de los creyentes. Al estar unidos y alineados con Dios, los seguidores de Jesús pueden experimentar y reflejar su gloria.

«No te pido que los quites del mundo» es un poema que nos invita a reflexionar sobre la aceptación y el respeto hacia los demás. A través de sus versos, nos muestra la importancia de convivir con las diferencias y aprender a valorar la diversidad que existe en nuestro entorno.

Es un llamado a dejar de lado los prejuicios y los estereotipos que muchas veces nos limitan, y a abrir nuestras mentes y corazones hacia aquellos que son diferentes a nosotros. Nos enseña que todos merecemos ser aceptados y amados tal como somos, sin importar nuestra apariencia física, nuestras creencias o nuestras elecciones de vida.

En un mundo cada vez más polarizado, «No te pido que los quites del mundo» nos invita a construir puentes de entendimiento y empatía, a derribar barreras y a promover la inclusión y el respeto mutuo. Nos recuerda que solo a través del diálogo y la tolerancia podremos alcanzar una convivencia pacífica y armoniosa.

En conclusión, este poema nos deja una valiosa lección: la importancia de aceptar y respetar a los demás, sin juzgar ni discriminar. Nos invita a ser agentes de cambio y a contribuir a la construcción de un mundo más justo y equitativo. Así que, te animo a llevar estas palabras en tu corazón y a difundir su mensaje, para así contribuir a crear un mundo mejor para todos. ¡Hasta pronto!

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