Los Sanos no Tienen Necesidad de Medico

No importa qué tan enfermo esté, Jesús puede sanarlo. Él es el único Médico que necesitamos.

Qué dice la Biblia de los médicos

La Biblia no dice mucho sobre los médicos en general, pero hay algunos versículos que mencionan a los médicos y a la medicina. En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a Moisés que les enseñara a los israelitas a cuidar de su salud tanto física como espiritual (Éxodo 15:26). Dios también le dijo a Moisés que les enseñara a los israelitas a respetar a los médicos y a los que tienen autoridad sobre ellos (Éxodo 18:20).

En el Nuevo Testamento, Pablo exhorta a los cristianos a honrar a los médicos y a prestarles toda la ayuda que necesiten (Colosenses 4:14). Jesús también menciona a los médicos en varias ocasiones. En Mateo 9:12, Jesús dice que los médicos de su época eran necesarios, pero que Él era el único que podía sanar las enfermedades espirituales. En Lucas 10:34, Jesús dice que los médicos son necesarios, pero que Él es el único que puede sanar las enfermedades del alma. En Lucas 4:23, Jesús sanó a muchas personas de enfermedades físicas, y en Mateo 4:23, Jesús sanó a muchas personas de enfermedades espirituales.

En general, la Biblia enseña que los médicos son necesarios, pero que Jesús es el único que puede sanar las enfermedades del alma. Esto significa que los médicos pueden ayudar a aliviar los síntomas de una enfermedad, pero sólo Jesús puede sanar el alma. Por lo tanto, los médicos deben ser tratados con respeto, pero no deben ser adorados.

Qué dice Mateo 9 12

En Mateo 9:12, Jesús dice: «Los que están sanos no necesitan un médico, sino los enfermos. No vengo a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento».

En este versículo, Jesús está hablando de su misión en el mundo. Él dice que él no vino para llamar a los justos – aquellos que ya han seguido la ley y están en buena situación espiritual – sino a los pecadores. Jesús vino a la tierra para ofrecer el perdón de los pecados a todos, no solo a aquellos que ya estaban siguiendo la ley. Él quería que todos los seres humanos tuvieran la oportunidad de arrepentirse de sus pecados y de tener una relación correcta con Dios.

Jesús mismo dice en Mateo 9:13: «Entonces los discípulos le dijeron: ‘Si es así, ¿por qué dices a la gente que se arrepienta?'»

Los discípulos de Jesús no entendían por qué él quería que los pecadores se arrepintieran. Jesús les explica que, si los pecadores no se arrepienten, morirán en sus pecados. Pero, si se arrepienten, Dios les perdonará y tendrán vida eterna.

En resumen, Jesús vino al mundo para ofrecer el perdón de los pecados a todos, no solo a aquellos que ya estaban siguiendo la ley. Él quería que todos los seres humanos tuvieran la oportunidad de arrepentirse de sus pecados y de tener una relación correcta con Dios.

Qué dice Marcos 2 17

Jesús dijo a sus discípulos: «No hay nadie que tenga bien puesto su mano en el arado y mire atrás, apto para el reino de Dios».

¿Por qué Dios no vino a llamar a justos?

En la Biblia, Dios hizo un pacto con Abraham y su familia para que fueran su pueblo elegido. Dios les dio la Tierra Prometida, y les prometió que serían bendecidos si cumplían su pacto. Sin embargo, aunque Abraham y su familia fueron fieles a Dios, Dios no vino a llamarlos justos. Dios no vino a llamar a justos porque no era necesario. Dios sabía que Abraham y su familia eran justos, y que estaban cumpliendo su pacto. Dios no necesitaba intervenir, porque estaba cumpliendo su propósito.

Mateo 9:12 dice «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están mal. 13 Entonces los discípulos le preguntaron: —Si éste es el caso de los que están mal, ¿para qué sirve hacerse bautizar? 14 Jesús les respondió: —Vengan a mí, y yo los haré sanos. 15 —Señor —le dijeron los discípulos—, si alguien tiene que hacerse bautizar por causa de un pecado cometido, ¿cómo va a ser sanado? 16 —¡Qué preguntas tan difíciles! —respondió Jesús)—. ¡Y con qué poca fe andan! 17 —¿Por qué es tan difícil aceptar esto? —preguntó Jesús—. ¿Acaso no pueden comprender que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se echa a los excusados? 18 —¿Qué entonces? —le preguntaron. —¡Piensen en lo que salió de la boca! —les dijo Jesús—. 19 Porque lo que entra en la boca no contamina al hombre; lo que sale de la boca, sí lo contamina. 20 —¿Quiere decir que somos culpables si decimos malas palabras? —le preguntaron los discípulos. 21 —¡Claro que sí! —respondió Jesús—. Todo el que diga cosas malas será culpable del juicio del tribunal. Todo el que diga cosas malas de otro será culpable del juicio de la ley. 22 —¿Y qué pasa si llamamos a alguien ramera? —preguntó Santiago—. ¿Será culpable del juicio del tribunal? 23 —¡Claro que sí! —respondió Jesús—. Todo el que llame a otro ramera será culpable del juicio de la ley. 24 —¡Señor! —exclamaron los discípulos—. ¡Eso es difícil de entender! 25 —¡Déjenme que les explique! —dijo Jesús—. Todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se echa a los excusados. 26 Pero las cosas que salen de la boca provienen del corazón, y son las que contaminan al hombre. 27 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los asesinatos, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias. 28 Estas son las cosas que contaminan al hombre; pero comer sin lavarse las manos no lo contamina.

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