Desde el principio de los tiempos, Dios ha establecido un pacto con su pueblo. A través de este pacto, Dios nos ha prometido que si vivimos de acuerdo a sus mandamientos, nos bendecirá abundantemente. En return, Dios espera que vivamos nuestras vidas de una manera que refleje nuestra gratitud por sus bendiciones. Una manera en que podemos hacer esto es mediante el cultivo de los frutos del Espíritu.
Qué son los frutos en Dios
Los frutos en Dios no son físicos, sino espirituales. Son atributos del carácter de Dios que se manifiestan en nuestras vidas cuando estamos en una relación correcta con Él. Los frutos del Espíritu Santo, descritos en Gálatas 5:22-23, son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y temor de Dios. Estos frutos se desarrollan en nosotros cuando permitimos que el Espíritu Santo gobierne nuestras vidas.
Los frutos de la carne, descritos en Gálatas 5:19-21, son opuestos a los frutos del Espíritu. Son atributos del carácter pecaminoso que se manifiestan en nuestras vidas cuando estamos alejados de Dios. Los frutos de la carne son lujuria, fornicación, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y otras cosas semejantes. Estos frutos se desarrollan en nosotros cuando permitimos que el pecado gobierne nuestras vidas.
Los frutos de la Tierra, descritos en Génesis 1:11-12, 29-30, son los frutos físicos de la Tierra que Dios nos ha dado para que los disfrutemos. Dios nos ha dado la Tierra y todo lo que hay en ella para que nosotros la cuidemos y la usemos para Su gloria. Los frutos de la Tierra son un don de Dios que nos ayuda a mantenernos saludables y nos provee de alimento y de las cosas necesarias para vivir.
Qué significan los frutos del Espíritu según la Biblia
«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza. No hay ley contra tales cosas».
Los frutos del Espíritu Santo, como se menciona en la Biblia, son amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Estas son todas características que deberíamos desarrollar en nuestras vidas si queremos ser seguidores de Cristo.
El amor es probablemente el fruto del Espíritu más importante, ya que es lo que define nuestra relación con Dios. Sin amor, no podemos agradar a Dios (1 Juan 4:8). El amor también es esencial para nuestras relaciones con los demás. El amor es paciente, amable y no es envidioso (1 Corintios 13:4-7).
La alegría es otro fruto del Espíritu que nos ayuda a tener una perspectiva correcta de la vida. La alegría no es una felicidad pasajera o dependiente de las circunstancias, sino una alegría que viene del Señor (Santiago 1:2).
La paz es otro fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a mantener la calma en medio de las tormentas de la vida. La paz no es solo la ausencia de conflicto, sino una sensación de calma y seguridad que viene del hecho de que Dios está en control (Juan 14:27).
La paciencia es otro fruto del Espíritu que nos ayuda a soportar las dificultades de la vida de una manera graceful. La paciencia es una virtud que nos permite mantener la calma y tratar a los demás con bondad incluso cuando estamos siendo provocados (1 Pedro 2:20).
La amabilidad es otro fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a ser amables con los demás. La amabilidad es una actitud de bondad y cortesía hacia los demás, incluso cuando no se lo merecen (Proverbios 3:3).
La bondad es otro fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a hacer el bien a los demás. La bondad es una actitud de altruismo y deseo de ayudar a los demás, incluso cuando no se lo pidieron (Gálatas 6:10).
La fidelidad es otro fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a ser fieles en nuestras relaciones y compromisos. La fidelidad es una actitud de lealtad y compromiso, incluso cuando las cosas se ponen difíciles (1 Corintios 4:2).
La mansedumbre es otro fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a ser humildes. La mansedumbre es una actitud de humildad y cortesía, incluso cuando somos tratados injustamente (1 Pedro 5:5).
El dominio propio es otro fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a controlar nuestros deseos y pasiones. El dominio propio es una actitud de autocontrol y moderación, incluso cuando estamos tentados a excedernos (1 Pedro 4:7).
Estos son solo algunos de los frutos del Espíritu Santo que se mencionan en la Biblia. Cada uno de estos frutos nos ayuda a vivir una vida más Cristocéntrica y nos acerca más a la imagen de Dios.
La Biblia enseña que Dios espera que sus hijos vivan una vida de amor, fe y obediencia. Él quiere que produzcamos frutos de nuestro espíritu para Su gloria. Cuando vivimos de acuerdo a Sus principios y dejamos que Su Espíritu Santo obre a través de nosotros, podemos alcanzar todo lo que Dios tiene planeado para nuestras vidas.