El Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad. Según la doctrina de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo «procede eternamente del Padre y del Hijo, y con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado». Los seguidores de Cristo han creído siempre en la presencia y el poder del Espíritu Santo. En la Biblia, el Espíritu Santo es mencionado muchas veces, y su papel en la vida de la Iglesia es esencial.
Cuáles son las obras del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento
El Espíritu Santo es mencionado por primera vez en el libro de Mateo en el relato de la encarnación. En Mateo 1:18, vemos que el Espíritu Santo es el que concibió a Jesús en María. Esto es en cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14, que habla de un niño que sería concebido por el Espíritu Santo y llamado Emmanuel, que significa «Dios con nosotros».
Después de su nacimiento, el Espíritu Santo se menciona de nuevo en el bautismo de Jesús en Mateo 3:16. Mateo 3:11 dice que Juan el Bautista bautizaba «en agua para arrepentimiento, pero Jesús bautizará en el Espíritu Santo y fuego». En otras palabras, el bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento para preparar el camino para el Mesías, pero el bautismo de Jesús es el que da el Espíritu Santo. De hecho, en Mateo 3:16, vemos que el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma después de que Juan lo bautizó.
Después de su bautismo, el Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto durante cuarenta días, donde fue tentado por Satanás. En Mateo 4:1, leemos que «Jesús, lleno del Espíritu Santo, fue llevado por el Espíritu al desierto». Esto fue una preparación para el ministerio de Jesús, ya que, como Mateo 4:23 dice, «Jesús predicaba y enseñaba en las sinagogas de toda Galilea y expulsaba a los demonios».
En Mateo 12:28, Jesús dice que el «Espíritu Santo es el que hace milagros», y esto se ve en el ministerio de Jesús a lo largo de todo el Evangelio. En Mateo 14:25-26, vemos que el Espíritu Santo ayudó a Jesús a caminar sobre el agua. En Mateo 15:22-28, el Espíritu Santo sanó a una mujer de un demonio y a su hija de una enfermedad. Y en Mateo 17:19-20, el Espíritu Santo sanó a un niño epiléptico.
El Espíritu Santo también se menciona en el contexto de la predicación de Jesús. En Mateo 10:20, Jesús dice a sus discípulos que «no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; teman más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno». Jesús aquí está hablando de la autoridad que tiene el Espíritu Santo sobre el alma y el cuerpo, ya que sólo él puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
En Mateo 22:37-40, vemos que el amor es el mayor mandamiento, y Jesús dice que el amor es el «cumplimiento de la ley». En otras palabras, el amor es la única «obra» que se requiere para cumplir la ley. Y el amor es un fruto del Espíritu, como veremos más adelante.
En Mateo 24:3-5, Jesús habla de la «señal» del fin de los tiempos, y dice que «el Espíritu Santo os enseñará todas las cosas». Jesús aquí está diciendo que el Espíritu Santo será nuestro guía en el fin de los tiempos.
En Mateo 28:19-20, Jesús dice a sus discípulos que «los bautizarán en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Jesús aquí está diciendo que el bautismo es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En otras palabras, el bautismo es un acto de obediencia a la Trinidad.
Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu Santo se menciona de nuevo en el libro de Hechos. En Hechos 1:8, Jesús dice a sus discípulos que «recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya descendido sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra». En otras palabras, el Espíritu Santo les dará a los discípulos el poder necesario para ser testigos de Jesús.
En Hechos 2:1-4, vemos el cumplimiento de esta promesa, ya que el Espíritu Santo «descendió sobre ellos como fuego» y «empezaron a hablar en lenguas». Esto fue en el día de Pentecostés, y el resultado fue que «muchos de los que habían oído el discurso se convirtieron». En otras palabras, el Espíritu Santo es el que convierte a las personas.
A lo largo del libro de Hechos, vemos el Espíritu Santo actuando de varias maneras. En Hechos 4:31, vemos que el Espíritu Santo «llenó de poder» a Pedro y a Juan para que pudieran hablar con valentía. En Hechos 5:3-4, vemos que el Espíritu Santo «les prohibió» a Ananías y a Safira mentir. Y en Hechos 9:17, vemos que el Espíritu Santo «dio instrucciones» a Pedro para que fuera a ver a Cornelio.
En Hechos 10:44-48, vemos otro ejemplo de la conversión de las personas por el Espíritu Santo. En este caso, vemos que el Espíritu Santo «descendió sobre» los gentiles, y esto los llevó a «exclamar en alta voz» y a «dar gloria a Dios».
En Hechos 13:2-4, vemos que el Espíritu Santo «ordenó» a Bernabé y a Saulo que fueran a predicar el Evangelio. Y en Hechos 20:28, vemos que el Espíritu Santo «dio instrucciones» a los ancianos de Éfeso para que cuidaran de la iglesia.
En Hechos 21:4, vemos que el Espíritu Santo «ordenó» a Pablo que fuera a Jerusalén. Y en Hechos 22:17-18, vemos que el Espíritu Santo «dio instrucciones» a Pablo para que fuera a los gentiles.
En Hechos 28:25-27, vemos que el Espíritu Santo «habló» a Pablo para que fuera a Roma. Esto es un ejemplo de la guía que el Espíritu Santo da a las personas.
En resumen, vemos que el Espíritu Santo es el que da vida a las Escrituras, ya que es el que las inspiró (2 Timoteo 3:16). El Espíritu Santo es el que concibió a Jesús en María (Mateo 1:18). El Espíritu Santo es el que bautiza a las personas (Mateo 28:19). El Espíritu Santo es el que da el poder a los creyentes para ser testigos (Hechos 1:8). El Espíritu Santo es el que convierte a las personas (Hechos 2:38). Y el Espíritu Santo es el que guía a las personas (Hechos 13:2).
Cómo se activan los dones espirituales
1. Los dones espirituales son activados cuando somos llenos del Espíritu Santo. Esto se produce cuando nuestra vida entera, nuestro pensamiento, nuestro afecto y nuestra voluntad están completamente dirigidos a Cristo. En otras palabras, cuando estamos llenos del Espíritu, estamos viviendo en una relación íntima con Cristo. Esto es lo que se llama andar en el Espíritu. Andar en el Espíritu significa estar en control de nuestras vidas por el poder del Espíritu Santo. Este es el secreto de una vida victoriosa en Cristo. Nosotros no podemos vivir la vida cristiana por nuestras propias fuerzas. Necesitamos el poder del Espíritu Santo para caminar en santidad, para resistir al pecado y para servir a los demás.
La Biblia dice en Galatas 5:16: «Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» Galatas 5:25 dice: «Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.» Y Efesios 5:18 dice: «No sed ebrios de vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu.»
2. Andar en el Espíritu significa estar llenos del Espíritu Santo. Y estar llenos del Espíritu Santo significa que nuestra vida entera está dirigida a Cristo y a Su voluntad. Nosotros no vivimos para nosotros mismos, sino para Cristo. Vivimos para glorificarlo, para agradarlo y para servirle. Nosotros no pensamos en nuestras propias necesidades, sino en las necesidades de los demás. Nosotros no buscamos nuestro propio interés, sino el bienestar de los demás. Y nuestra voluntad no está en nosotros mismos, sino en Cristo.
La Biblia dice en Mateo 6:33: «Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.» También dice en Filipenses 2:4: «No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada uno también a lo de los otros.»
3. Andar en el Espíritu significa vivir en santidad. Santidad significa separación. Significa estar separados del pecado y de todo lo que es mundano. Significa que nuestra vida es consagrada a Cristo y a Su servicio. Y esto es posible solo por el poder del Espíritu Santo. El poder del Espíritu Santo nos ayuda a controlar nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras acciones. Nos ayuda a dominar nuestros deseos y pasiones. Y nos ayuda a servir a Cristo de todo corazón.
La Biblia dice en 2 Corintios 7:1: «Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.» También dice en 1 Pedro 1:15-16: «Santificad a vuestro Dios en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa a todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, con mansedumbre y temor.»
4. Andar en el Espíritu significa resistir al pecado. La carne es nuestra naturaleza pecaminosa, el lugar de nuestros deseos y pasiones pecaminosos. Y el Espíritu Santo es el que nos ayuda a resistir al pecado. Nos ayuda a controlar nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras acciones. Nos ayuda a tomar la decisión de hacer lo correcto, aunque no siempre sea fácil. Nos ayuda a vencer el pecado en nuestras vidas.
La Biblia dice en Santiago 4:7: «Resistid al diablo, y él huirá de vosotros.» También dice en 1 Pedro 5:8-9: «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Resistan firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están pasando por las mismas pruebas.»
5. Andar en el Espíritu significa servir a los demás. Los dones espirituales son dados para edificación de la iglesia, no para nuestro beneficio personal. Y el mejor modo de servir a los demás es a través de los dones espirituales. Los dones espirituales nos ayudan a servir a los demás de una manera efectiva. Nos ayudan a llevar el evangelio a los perdidos, a edificar a la iglesia y a servir a los necesitados.
La Biblia dice en 1 Corintios 12:7: «Pero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho.» También dice en 1 Pedro 4:10: «Como cada uno ha recibido el don, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.»
Qué es la obra regeneradora
La regeneración es el acto de Dios mediante el cual nuestras almas son cambiadas de estado de muerte en pecado a un estado de vida en santidad. Es el primer paso de la salvación, después del cual viene el arrepentimiento y la fe. La regeneración es necesaria para que una persona pueda tener fe y, por lo tanto, es necesaria para la salvación. La Biblia dice que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Romanos 10:17). Esto significa que antes de que podamos tener fe, necesitamos oír la palabra de Dios. Y antes de que podamos oír la palabra de Dios, necesitamos estar regenerados. Regeneración significa literalmente «volver a nacer». Es un cambio radical en el corazón que solo Dios puede hacer. Es un cambio de nuestro corazón de piedra a un corazón de carne (Ezequiel 36:26). Es un cambio de nuestra naturaleza pecaminosa a una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17). Es un cambio de odio a amor, de maldad a santidad, de egoísmo a altruismo. La regeneración es, en esencia, un nuevo nacimiento (Juan 3:3)..
¿Cuáles son los dones y los frutos del Espíritu Santo?
Los dones del Espíritu Santo son aquellas habilidades y características espirituales que Dios otorga a los creyentes para que puedan servirle a Él y a los demás. La Biblia enumera varios dones del Espíritu, como la sabiduría, el entendimiento, el consejo, el fortaleza, el ciencia, el temor de Jehová (Isaías 11: 2-3).
Algunos de estos dones son más evidentes que otros, y algunos creyentes parecen tener más de un don que otros. Sin embargo, todos los dones del Espíritu son dados por Él para edificar a la iglesia y hacerla más eficaz en la predicación del evangelio y la enseñanza de la verdad (1 Corintios 12: 7-11, 28).
Los creyentes no deben buscar activamente los dones del Espíritu, sino más bien deberían orar para que Dios los llene con el Espíritu Santo y los guíe en la manifestación de sus dones (Lucas 11: 13).
Los frutos del Espíritu son aquellas características y actitudes que muestran que una persona está llena del Espíritu Santo. La Biblia enumera estos frutos en Gálatas 5: 22-23 como amor, gozo, paz, longanimidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estos frutos se manifiestan en la vida de un creyente que está lleno del Espíritu Santo y que está yielded a la voluntad de Dios.
A diferencia de los dones, que son habilidades y características espirituales otorgadas por Dios para servir a otros, los frutos del Espíritu son aquellas características que se manifiestan principalmente en la vida personal de un creyente. En otras palabras, los frutos del Espíritu son aquellas cualidades que vemos en la vida de una persona que está yielded a la voluntad de Dios. Estas características se manifiestan en todas las áreas de la vida de una persona, no solo en su vida espiritual.
Los creyentes deben orar para que Dios los llene con el Espíritu Santo y les ayude a manifestar los frutos del Espíritu en sus vidas.
La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo es responsable de las siete obras principales en la vida de un creyente. Estas obras son la regeneración, la sanctificación, la guía, la revelación, la protección, la provisión y la sanidad. Estas siete obras son esenciales para vivir una vida victoriosa en Cristo.