La aflicción es una parte ineludible de la experiencia humana. En algún momento de nuestras vidas, todos tendremos que enfrentar el dolor, la tristeza y el sufrimiento. No podemos escapar de ella.
La Biblia nos enseña que la aflicción tiene un propósito en nuestras vidas. No es un castigo que Dios nos impone, sino una oportunidad para que crezcamos y maduremos. A través de la aflicción, aprendemos a valorar las cosas que realmente importan en la vida.
En este estudio bíblico, exploraremos algunas de las razones por las que Dios permite que suframos. También aprenderemos cómo responder correctamente a la aflicción, de modo que podamos salir fortalecidos y maduros.
Qué significa la palabra aflicción en la Biblia
La Biblia usa la palabra aflicción para describir el estado de dolor y sufrimiento que una persona experimenta en un momento de crisis. También se puede traducir como tribulación, angustia o premura. La aflicción puede ser causada por un evento traumático, como la muerte de un ser querido, o por una situación difícil, como la enfermedad o el hambre. Algunas personas experimentan aflicción debido a su propia mala conducta. La Biblia enseña que la aflicción es una parte inevitable de la vida, pero también nos da esperanza de que Dios nos ayudará a superarla.
Que en este mundo tendréis aflicción
Jesus les dijo a sus discípulos: «En el mundo tendréis aflicción; pero tened buen ánimo, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
La Biblia enseña que todos los seres humanos, sin excepción, tendrán que enfrentar la aflicción en esta vida. Jesús mismo sufrió injustamente, y nos dijo que nos enfrentaríamos a la misma suerte. Pero nos animó diciéndonos que él había vencido al mundo.
La muerte, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la pérdida son parte de la experiencia humana. Pero estas cosas no tienen que tener el último word. Jesús prometió que él vencería al mundo, y nos dio su Espíritu Santo para que también nosotros podamos superar todas las aflicciones de esta vida.
El apóstol Pablo escribió: «Porque sé que este mismo sufrimiento produce en mí una perseverancia a prueba de fuego, que produce una calidad de carácter, que produce esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestros corazones por el medio del Espíritu Santo que nos ha dado» (Romanos 5:3-5).
La esperanza que tenemos en Jesús nos ayuda a superar todas las aflicciones de esta vida. Y podemos estar seguros de que, al final, la victoria será nuestra.
Cómo enfrentar las aflicciones según la Biblia
La Biblia ofrece muchos consejos sobre cómo enfrentar las aflicciones de la vida. En primer lugar, debemos tener fe en Dios. Esto significa que debemos confiar en que él nos ama y que tiene un plan para nosotros, incluso si no podemos verlo. Debemos orar, buscando su guía y fuerza. Dios nos dará la sabiduría y el coraje que necesitamos para enfrentar nuestras aflicciones.
También debemos buscar el apoyo de nuestros seres queridos y de la comunidad cristiana. Ellos nos ayudarán a soportar el peso de nuestras aflicciones. Debemos ser honestos acerca de lo que estamos pasando y no tratar de hacer frente a todo solo. También debemos buscar ayuda profesional si nuestras aflicciones nos están afectando de manera negativa.
Finalmente, debemos recordar que Dios está con nosotros en nuestras aflicciones. El sufrimiento no es un castigo de Dios, sino una oportunidad de crecer y madurar. Con su ayuda, podemos enfrentar nuestras aflicciones y salir más fuertes por el otro lado.
¿Que nos enseña Juan 16?
1. «En ese día ustedes no me preguntarán nada. En verdad, en verdad les digo, que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, yo lo haré.»
2. «Hasta ahora nada han pedido en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.»
3. «Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.»
4. «En esto consiste mi Padre: en que ustedes me amen y crean que yo salí de la mano del Padre.»
5. «Me voy al Padre, y ustedes no me verán más;
6. pero cuando venga el Paráclito, a quien yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí.
7. Y ustedes darán testimonio, porque desde el principio están conmigo.»
8. «Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.»
9. «Les dejo la paz, mi paz les doy; no se la doy como el mundo la da. No se angustien ni tengan miedo.»
10. «Ustedes me han oído decir: ‘Me voy y vengo a ustedes.’ Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
11. «Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.»
12. «No se les ocurra pensar: ‘¿Quién subirá al cielo para bajarlo?’ —yo, el Hijo del hombre, bajaré del cielo—.
13. «Y el que tenga fe en mí, hará también las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo voy al Padre.»
14. «Y les pediré al Padre, y él les dará otro Paráclito, para que permanezca con ustedes para siempre.»
15. «El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
16. «No los dejaré huérfanos; volveré a ustedes.
17. Dentro de poco el mundo no me verá más, pero ustedes me verán. Porque yo vivo, y ustedes también vivirán.
18. En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes.
19. «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama. Y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.»
20. «Judas (no el Iscariote) le preguntó: —Señor, ¿cómo sucederá esto? ¿Y cómo nos manifestarás a nosotros, y no al mundo?—.
21. Jesús le respondió: —El que me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada en él.
22. «El que no me ama, no guarda mis palabras. Y la palabra que ustedes oyen no es mía, sino del Padre que me envió.
23. «Les he hablado de estas cosas mientras todavía estoy con ustedes. 24. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.»
25. «Les dejo la paz, mi paz les doy; no se la doy como el mundo la da. No se angustien ni tengan miedo.
26. «Ustedes me han oído decir: ‘Me voy y vengo a ustedes.’ Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
27. «Les he dicho estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.”
La Biblia nos enseña que tendremos aflicciones en este mundo, pero que debemos de mantener nuestra fe en Cristo. El nos dio su Espíritu Santo para darnos fuerza y esperanza en medio de nuestras aflicciones.