Cuando nuestra vida se encuentra en medio de una batalla, lo último que queremos es quedar expuestos y vulnerables. Por suerte, Dios nos ha dado las armaduras necesarias para protegernos y vencer.
Aunque la Biblia no menciona específicamente «las 7 armaduras de Dios», podemos encontrar pasajes que nos hablan de los elementos que necesitamos para estar protegidos. Estas armaduras nos ayudarán a enfrentar cualquier batalla que se nos presente, ya que nos permitirán estar unidos a Dios y a nuestros hermanos en Cristo.
Qué es vestirse de toda armadura de Dios
Efesios 6:10-18 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
La Armadura de Dios
10 Por lo demás, hermanos míos, fortalezcanse en el Señor, y en el
poder de su fuerza.
11 Revestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra los
gobiernos, contra las autoridades, contra los príncipes de este mundo
tenebroso, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes.
13 Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en
el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estén, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos
con la coraza de justicia;
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que podrán apagar todos los
dardos de fuego del maligno.
17 Y tomen el casco de salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y
vigilando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos,
La armadura de Dios
10 Por lo demás, hermanos míos, fortalezcanse en el Señor, y en el
poder de su fuerza.
11 Revestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra los
gobiernos, contra las autoridades, contra los príncipes de este mundo
tenebroso, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes.
13 Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en
el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estén, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos
con la coraza de justicia;
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que podrán apagar todos los
dardos de fuego del maligno.
17 Y tomen el casco de salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y
vigilando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos,
La armadura de Dios nos protege de las asechanzas del diablo. Está formada por:
- La verdad
- La justicia
- El evangelio de la paz
- La fe
- La salvación
- La palabra de Dios
Nosotros oramos en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y vigilando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
Cómo ponerse la armadura de Dios
Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: «Resistid al diablo, y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones, dobleces. Siento lamentos día y noche; me golpeo el pecho; cuando pienso en ello, me angustio. Mi enemigo ha puesto su mano sobre mí. Me fatigan los dolores de la muerte. Temo a causa de la grandeza del sufrimiento. Me dice: ‘Echad fuera la religión y volvedte a mi. Cuando alguno me golpea en la mejilla, no le vuelvo también la otra; cuando alguno me quita el manto, no le pido de nuevo mi túnica. Cuando alguien me obliga a ir un kilómetro, voy con él dos. Cuando alguien me obliga a pelear, no me vuelvo a casa’. ‘El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién me temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me inquietaré? Una cosa he pedido al Señor, y eso es lo que buscaré: Que pueda vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Señor y para buscar en su templo. Cuando me atacan, no me defiendo yo mismo; cuando me enojan, no respondo yo. El Señor es mi defensor; el Señor es mi ayudante; ¿de quién me temeré? El Señor es mi protector; ¿de quién me inquietaré? Si Dios está conmigo, ¿quién estará contra mí? Si el Señor es mi ayudante, ¿de qué me quejaré? El Señor es mi defensa; ¿de quién me inquietaré? Si Dios está conmigo, ¿quién estará contra mí? Si el Señor es mi ayudante, ¿de qué me quejaré?’»
Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: «Resistid al diablo, y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones, dobleces. Siento lamentos día y noche; me golpeo el pecho; cuando pienso en ello, me angustio. Mi enemigo ha puesto su mano sobre mí. Me fatigan los dolores de la muerte. Temo a causa de la grandeza del sufrimiento. Me dice: ‘Echad fuera la religión y volvedte a mi. Cuando alguno me golpea en la mejilla, no le vuelvo también la otra; cuando alguno me quita el manto, no le pido de nuevo mi túnica. Cuando alguien me obliga a ir un kilómetro, voy con él dos. Cuando alguien me obliga a pelear, no me vuelvo a casa’. ‘El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién me temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me inquietaré? Una cosa he pedido al Señor, y eso es lo que buscaré: Que pueda vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Señor y para buscar en su templo. Cuando me atacan, no me defiendo yo mismo; cuando me enojan, no respondo yo. El Señor es mi defensor; el Señor es mi ayudante; ¿de quién me temeré? El Señor es mi protector; ¿de quién me inquietaré? Si Dios está conmigo, ¿quién estará contra mí? Si el Señor es mi ayudante, ¿de qué me quejaré? El Señor es mi defensa; ¿de quién me inquietaré? Si Dios está conmigo, ¿quién estará contra mí? Si el Señor es mi ayudante, ¿de qué me quejaré?’»
Cuál es el escudo de la fe
El escudo de la fe es una de las armas más importantes que podemos usar contra el enemigo. Nos protege de sus dardos y nos ayuda a mantener la fe. La Biblia nos dice que la fe es nuestro escudo (Efesios 6:16). También nos dice que debemos usarla para proteger nuestros corazones (Proverbios 4:23).
La fe nos protege de muchas cosas, pero especialmente de la duda. La duda es un arma muy poderosa que el enemigo usa contra nosotros. Nos puede hacer cuestionar nuestra relación con Dios, nuestra fe, y hasta nuestra propia existencia.
Pero cuando tenemos fe, podemos usarla como una barrera contra la duda. La fe nos permite mantenernos firmes en nuestras convicciones, incluso cuando todo lo que nos rodea parece estar cambiando.
La fe también nos protege del miedo. El miedo es otra arma que el enemigo usa para atacarnos. Nos puede paralizar y impedirnos avanzar. Pero cuando tenemos fe, podemos enfrentar el miedo y seguir adelante.
La fe nos da la confianza de saber que Dios está con nosotros, y que Él nunca nos abandonará. Esto nos da la fuerza para seguir adelante, incluso cuando todo lo demás parece estar contra nosotros.
Así que cuando sientas que el enemigo está atacando, usa tu escudo de la fe. Recuerda que Dios está contigo, y que la fe es tu arma más poderosa contra el enemigo.
¿Qué significa la armadura de Dios Efesios 6 10?
10 Finalmente, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 11 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 12 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 13 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 14 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 15 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos, 16 y orando también por nosotros, para que Dios nos abra puerta a la palabra, para hablar el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, 17 para que lo hable con denuedo, como me conviene hablar.
La armadura de Dios se menciona en Efesios 6:10-18. Esta es la armadura que Dios nos da para protegernos del maligno. La armadura de Dios está formada por seis piezas:
1. Ceñidos vuestros lomos con la verdad – La verdad es nuestro cinturón, que nos mantiene unidos. Debemos aferrarnos a la verdad de la Palabra de Dios y no dejar que nada nos aleje de ella.
2. Vestidos con la coraza de justicia – La justicia es nuestra coraza, que nos protege del mal. Debemos vivir de acuerdo a la justicia de Dios y no de acuerdo a la justicia del mundo.
3. Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz – El evangelio de la paz es nuestro calzado, que nos da estabilidad. Debemos caminar en la paz de Dios y no dejar que nada nos perturbe.
4. Sobre todo, tomad el escudo de la fe – La fe es nuestro escudo, que nos protege de los ataques del maligno. Debemos tener fe en Dios y no dejar que nada nos haga dudar de Su amor por nosotros.
5. Tomad el yelmo de la salvación – La salvación es nuestro yelmo, que nos protege la cabeza. Debemos permanecer firmes en nuestra fe y no dejar que nada nos aleje de la salvación que Dios nos ha dado.
6. Tomad la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios – La palabra de Dios es nuestra espada, que nos protege del mal. Debemos estudiar la Palabra de Dios y no dejar que nada nos impida conocerla.
Desde la perspectiva bíblica, las «7 armaduras de Dios» son simbólicas de los atributos necesarios para vencer al mal. Estas armaduras representan la fe, la justicia, el evangelio, el espíritu de Dios, la oración, la palabra de Dios y la voluntad de Dios. Cada una de estas armaduras es esencial para derrotar al mal y protegerse contra sus ataques.